ECONOMíA • SUBNOTA
› Por Raúl Kollmann
“Volví porque sentí que, por primera vez en mi vida, voy a poder hacer algo importante por mi país. Gracias a mi carrera internacional llegué a la máxima posición posible, en una de las mejores empresas petroleras del mundo. Pero una cosa es trabajar profesionalmente para una compañía internacional, y otra cosa es dirigir los destinos de la principal empresa argentina, en un momento en que el país necesita revertir su desbalance energético. Este desafío no lo puedo hacer solo. Los necesito a todos ustedes”, es la frase que dijo Miguel Galuccio cuando un trabajador de Comodoro Rivadavia le preguntó a Galuccio por la razón de su vuelta a la Argentina.
Como se sabe, Galuccio estaba en Londres, a la cabeza de Schlumberger, la mayor empresa proveedora de la industria petrolera del mundo. Se difundieron versiones falsas de que el actual CEO mantuvo negociaciones en 2008 con el grupo Eskenazi, pero el propio Galuccio hizo trascender que sólo recibió un llamado preguntándole si tenía interés en volver a Repsol–YPF y en esa misma comunicación contestó que no. También se aclaró que fue igualmente falsa la versión de que no hubo acuerdo con el eventual sueldo y que exigió, como parte de un supuesto acuerdo, que le traigan caballos de su propiedad desde Londres. Galuccio no tiene caballos en la actualidad.
“YPF es una empresa que yo quiero mucho, muy importante para mí –le dijo a la televisión entrerriana horas después de su designación–. Creo que podemos hacer una empresa competitiva, moderna, profesional, pero que también tenga un sentido nacional y ayude al país en su desarrollo energético”, concluyó aquel diálogo con la televisión de su provincia natal.
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