ECONOMíA • SUBNOTA › CON IMPRONTA MENEMISTA
› Por Sebastián Premici
El director de la empresa Sociedad Comercial del Plata, Santiago Soldati, es todo un emblema del menemismo. Su emporio empresario fue levantado a partir de la canibalización del Estado durante el auge del neoliberalismo, donde logró quintuplicar sus ganancias. Fue socio en Telefe, Telefónica, Aguas Argentinas, Gas Natural BAN, Transener y TGN. Al finalizar el gobierno de Carlos Menem, los libros contables de SCP estaban en sintonía con las cuentas públicas. El holding había acumulado una deuda del 224 por ciento de su patrimonio neto, lo que representaba un pasivo superior a los 700 millones de pesos.
“Nos fue bien con las privatizadas, pero desgraciadamente nos jugamos mucho al país, que a comienzos de los años ’90 crecía al 7 por ciento anual e invertimos en el Tren de la Costa. Nos endeudamos y después del Tequila fue imposible cumplir. Para peor, terminamos la construcción del Parque en simultáneo con el estallido de la crisis asiática”, sostuvo Soldati durante un reportaje publicado en Página/12 el 25 de julio de 2004. En 1998, Soldati recibía en su oficina a los funcionarios del Fondo Monetario Internacional. En un reportaje del diario La Nación, en abril de aquel año, llegó a decir que “a la convertibilidad le va muy bien... No estamos mal, al contrario, como país las cosas están saliendo muy bien”.
Al igual que muchos economistas que no pudieron (o no quisieron) explicar la crisis que se avecinaba, Soldati también quedó en offside. En 1999, el holding perdió 235,2 millones de pesos. El pasivo del Tren y Parque de la Costa, inaugurados en 1997, era de 141 millones de pesos. En la década del ’70, Sociedad Comercial del Plata, que era controlada por empresarios suizos, le traspasó al Estado sus deudas privadas, gracias al plan de Alfredo Martínez de Hoz y Domingo Cavallo. Soldati no pudo hacer lo mismo, por lo que tuvo que declarar la quiebra de SCP en 2000.
El proceso de convocatoria de acreedores finalizó recién el año pasado. Soldati pasó a tener el 4 por ciento de SCP, mientras que los acreedores se quedaron con el 80 por ciento de la compañía y el resto se distribuyó entre inversores minoritarios.
“El Tren de la Costa fue una buena inversión en un mal momento y una inversión demasiado cara. Habría que pensar cuál fue el gran error. Yo creo que haber apostado demasiado al país en ese sector”, sostuvo Soldati en otro reportaje en La Nación.
Después de 16 años, Soldati dejará de operar el tren. Si bien no representa un volumen importante de pasajeros, su operación quedará en manos del Estado.
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