Las autoridades del Indec, Ana María Edwin y Norberto Itzcovich, presentaron ayer los aspectos metodológicos más relevantes del nuevo índice de precios de alcance nacional y urbano que comenzó a elaborarse a fines de 2011. Para elaborar el IPCNu, 160 encuestadores relevan mensualmente más de 230 mil precios en 13 mil locales informantes, que están ubicados en 146 localidades del todo el territorio nacional. A diferencia del resto del país, donde los precios son relevados por los institutos provinciales, en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano las encuestas las conduce el Indec.

Existen seis canastas regionales compuestas por 520 variedades (159 productos) donde 470 son compartidas entre todas las regiones y el resto varía dependiendo de los hábitos y disponibilidad. Por ejemplo, los viajes en subte sólo figuran en la región metropolitana. Entre los productos seleccionados figuran aquellos que representan un gasto mayor al 0,025 por ciento del total del gasto en cada región. En ese sentido, se dejaron de lado productos como “videojuegos para consolas” por la imposibilidad de ser medidos en alguna localidad, o “flores”, ya que no presentan homogeneidad en el tiempo. En cambio, aunque su peso era inferior a 0,025 por ciento, se incluyeron en las canastas la “sal gruesa puchero” y los preservativos.

Los precios del GBA, donde se concentra alrededor del 50 por ciento de la población total, son los más relevantes del índice pero no los únicos. La canasta metropolitana representa el 46,2 por ciento sobre el total y la ponderación de la Región Pampeana es de 29,8 por ciento. De las restantes, el aporte del NOA es de 7,4 por ciento, la Patagonia contabiliza el 6,2 por ciento, Cuyo 5,4 por ciento y NEA un 5 por ciento.

El reemplazado IPC-GBA contaba con 440 variedades definidas mediante la encuesta de 2004, mientras que las variedades del nuevo índice se determinaron en función de la encuesta de gastos (Engho) de 2012-2013. Itzcovich explicó que los cambios en las ponderaciones reflejaron las mejoras distributivas: por ejemplo, el peso de los alimentos y bebidas se redujo de 37 a 33,3 por ciento, en tanto que el gasto destinado a esparcimiento pasó de 5 a 8,3 por ciento.