La orientación contracíclica de la política fiscal es fundamental para hacer frente a un escenario recesivo o amortiguar el impacto de una crisis internacional. La implementación de un gasto público expansivo fue tolerado incluso por el Fondo Monetario Internacional durante el peor momento de la debacle global que estalló en 2008. Sin embargo los dogmas ortodoxos volvieron a imponerse rápidamente: el objetivo prioritario de la política fiscal debe ser la reducción de los déficit y la obtención de presupuestos equilibrados. Una política fiscal gobernada con esos lineamientos no sólo no promueve el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo sino que agudiza los escenarios recesivos. Hacia allí apuntan los economistas brasileños Carlos Pinkusfeld y Fernando Maccari Lara para comprender el magro desempeño del país vecino que impacta sobre la economía argentina. No se trata de un ajuste impuesto por acreedores internacionales como sucede en Grecia sino que el estancamiento del país vecino es autoinfligido.

Pinkusfeld y Maccari Lara desmontan las explicaciones convencionales que promueven los “ajustes expansivos” y advierten que la política macroeconómica de Dilma Rousseff sólo garantizará la persistencia de un escenario recesivo socavando el capital político de la mandataria. Pinkusfeld es profesor de la Universidad Federal Fluminense y doctor en Economía por la New School for Social Research de Nueva York. Maccari Lara se desempeña como investigador en la Fundación de Economía y Estadística.

Una visión alternativa a la neoliberal que impone los ajustes y el endeudamiento externo para cubrir los déficit sostiene que la política fiscal de un país debe ser juzgada por su capacidad en el cumplimiento de los objetivos para los que fue diseñada y no a través de ninguna noción sobre lo que es saludable de acuerdo a dogmas ortodoxos. Por eso, es imperioso distinguir entre los objetivos que tiene un gobierno y las herramientas con las que cuenta para llevarlos a cabo. En el caso argentino la reindustrialización, el crecimiento económico, una distribución del ingreso más equitativa y la creación de puestos de trabajo formales fueron objetivos centrales a lo largo de los últimos doce años, mientras que la política fiscal fue nada más (y nada menos) que una herramienta fundamental para acercarse a ese fin.