Esto es “miopía política”, la misma que condujo al gobierno de Bush a revocar el acceso comercial que los países caribeños tenían al mercado estadounidense, con devastadoras perspectivas para sus economías, todo para tirarle un cable a un solo legislador de Carolina del Sur. El caso del acero no fue muy diferente, salvo que en ese lance tres bancas en Virgina Oeste pudieron más que el sistema mundial de comercio, construido en más de 60 años. En estos términos se expresó ayer Paul Krugman a través de The New York Times, fustigando el “desprecio de Estados Unidos por las reglas”.
“El gran peligro cuando EE.UU. viola las reglas de juego no es la represalia sino la emulación. Si nosotros no honramos los acuerdos comerciales, ¿quién lo hará?”, se pregunta el célebre economista, que no cesa de expresar su aversión por los actuales dueños de la Casa Blanca. Lo que esta vez enfureció a Krugman es el proteccionismo siderúrgico de Bush, quien pronto contará con el anhelado instrumento del fast track, o vía rápida. “El dice que lo necesita para negociar nuevos acuerdos comerciales –comenta Krugman–, ¿pero para qué van a servir si no respetamos los existentes?” La vía rápida, como se sabe, se aplicará para emblocar a América latina.