Hubo un punto en el que todos los participantes de la cadena cárnica no mostraron ayer la menor discrepancia: la reducción de las retenciones de cueros del 15 al 8 por ciento. “Es un régimen que tiene más de 20 años y nunca fue tocado”, dijo a este diario un empresario frigorífico. “Mientras en Estados Unidos se pagan más de dos dólares por el kilo de cuero crudo, aquí apenas se llega a uno. Era lógico que si se restaba este ingreso la diferencia se intentara recuperar por el precio de la carne”, completó. Por supuesto ésta no fue la opinión de la industria curtidora. La Cámara Industrial de Manufacturas del Cuero sostuvo en un comunicado que “por 20 centavos de rebaja en el precio de la carne, el Ministerio de Economía pone en riesgo a toda la cadena de valor del cuero”. “Aun si se tomara como válido el razonamiento falaz de los frigoríficos, que el cuero tiene incidencia sobre el precio de la carne, el impacto no sería de más de 20 centavos por kilo”, insistió el economista de CIMA, Esteban Ferreira. Raúl Zylbersztein, titular de la Cámara, consideró que “Economía debe entender que esta resolución perjudica seriamente a la industria”. Un alto funcionario de Economía rechazó lo afirmado por las curtiembres, a las que calificó de “especialistas en campañas y artilugios”.