ECONOMíA • SUBNOTA › LAS PROMESAS DE KIRCHNER A MOYANO
› Por Diego Schurman
Néstor Kirchner le acercó ayer a Hugo Moyano un nuevo elemento para evitar que en el Confederal de la CGT de hoy se apruebe algún tipo de movilización o medida de fuerza. El Presidente le informó que la cápita que el PAMI le transfiere a las obras sociales sindicales que atienden a jubilados pasará de 51 a 61 pesos.
Kirchner anunció la mejora durante un encuentro del que también participaron el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el titular de la Anses, Sergio Ma- ssa, y los dirigentes cegetistas José Luis Lingeri, Juan Manuel Palacios, Andrés Rodríguez y Gerardo Martínez, entre otros.
De esta manera, Moyano se retiró de la Casa Rosada no con una sino con cuatro buenas noticias bajo el brazo. Es que además del citado guiño a las obras sociales, consiguió cerrar el aumento salarial para los camioneros –por un porcentaje que se replicará, punto más punto menos, en otros gremios– y obtuvo el renovado compromiso de fijar un nuevo piso para los asalariados del sector privado y mejorar las asignaciones familiares.
Los anuncios oficiales no carecieron de sentido de oportunidad. La CGT realizará hoy su Comité Central Confederal y Moyano llegará con los elementos suficiente como para descomprimir tensiones o conjuras en su contra. El Confederal es una suerte de “parlamento de los trabajadores” aunque las decisiones que allí se toman suelen estar cocinadas de antemano por las cúpulas.
Todo indica entonces que no habrá sorpresas, aunque no sólo por el aporte de la Casa Rosada, sino también por el de la propia rosca cegetista. Es que durante dos días seguidos –ayer y anteayer– hubo cumbres en la Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) para homogeneizar las posiciones.
Andrés Rodríguez, en su rol de anfitrión, escuchó primero –junto a Palacios, Lingeri y Martínez, entre otros– cómo Luis Barrionuevo se quejaba por el “juego personal” de Moyano y por cómo éste subordinaba la CGT a todo lo que hacía el gremio de camioneros. El gastronómico se llevó el compromiso de los laderos del jefe cegetista de hacerlo cambiar de actitud. Y finalmente fumaron la pipa de la paz.
La segunda terapia de grupo fue con los “gordos”, el sector que aglutina a las grandes corporaciones gremiales y que se ha corrido de la conducción de la CGT en desacuerdo con Moyano. Con ellos también primó la cordura y, si bien no estarán de cuerpo presente en el Confederal, enviarán representantes para legitimar lo que allí se decida.
Eso sí, no dejaron pasar la oportunidad para desparramar veneno por cierta contradicción entre la prédica y las acciones del moyanismo. Por ejemplo, recordaron aquellos tiempos en que el actual líder de la CGT los acusaba de pertenecer al “sindicalismo-empresario” (en rigor, un término acuñado por el líder de la CTA, Víctor De Gennaro) y hoy es el propio Moyano quien negocia participación en el directorio del ferrocarril Belgrano-Cargas. De concretarse, se produciría la paradoja de un Moyano representante de los trabajadores y a la vez patrón de un sector de ellos.
Cuestionamientos al margen, de las negociaciones entre las distintas corrientes internas quedó en claro que en el Confederal de hoy como mucho habrá fuegos de artificio, pero ninguna posibilidad de convocar a una medida de fuerza. En el peor de los casos, se delegará a la Comisión Directiva para que determine los pasos a seguir.
Kirchner simuló no preocuparle el tema en su reunión con la cúpula sindical. Más pesar mostró por Racing cuando Moyano, chicaneándolo, le dijo que lo único que le quedaba al club era la camiseta. Con una sonrisa resignada, el Presidente confesó: “Aunque yo me río, por dentro no me río una mierda”.
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