ECONOMíA • SUBNOTA
Después de los cortes de electricidad y GNC, Gustavo Calleja, del Grupo Moreno, afirma que la crisis del gasoil pone en evidencia los límites del esquema de explotación privada. Acusa al Gobierno por imprevisibilidad.
› Por David Cufré
La crisis del gasoil sucede a los cortes de energía eléctrica y a los faltantes de GNC de semanas atrás. Para Gustavo Calleja, miembro del Grupo Moreno y de la Fundación Arturo Illia, el problema de fondo es el modelo de explotación privada. En este reportaje con Página/12 también acusa al Gobierno de imprevisibilidad.
–¿Qué hizo el Gobierno desde la última crisis del gasoil de hace un año?
–Muy poco: reglamentó la ley de biodiésel para tender a un menor consumo de gasoil en el mediano plazo y empezó a analizar con las petroleras la construcción de una refinería, en la que podría tener participación el Estado.
–¿Qué podría haber hecho?
–Con el actual modelo energético en manos privadas sólo puede poner parches, y lo hace bastante mal. Todos sabíamos que llegado este momento del año iba a aumentar la demanda de gasoil. Era perfectamente previsible. La Secretaría de Agricultura sabía cuánto gasoil iba a necesitar el campo para la siembra y la cosecha. La Secretaría de Transporte conocía las necesidades del transporte y del parque automotor. Con esa información, la Secretaría de Energía debió prever en marzo cómo iba a cubrir la demanda con producción local e importaciones. Era mucho lo que se podía hacer y no se hizo: prohibir las exportaciones de nafta para forzar la producción de gasoil o, por lo menos, fijarles retenciones, limitar el consumo de gasoil de autos particulares, generar un mecanismo de compensaciones por importaciones.
–¿Cuánto consumen los autos gasoleros?
–La rebaja impositiva en el gasoil para vehículos particulares no tiene sentido. Están subsidiando a las 4x4. El Estado debería reservar el gasoil para el transporte de pasajeros.
–Antes de la crisis del gasoil hubo problemas con la provisión de electricidad y gas. ¿Hay un hilo conductor?
–El modelo de mercado. Todo está al límite, el transporte eléctrico y de gas, las reservas de crudo y gas. Todos los días vamos a tener un problema. Salimos de uno y entramos en otro. Estamos con el agua al cuello. El modelo no funciona porque no invierten.
–Las petroleras dicen que no invierten en refinación por el control de precios.
–Eso es mentira. Hace quince años que no invierten. Si no cómo cayeron las reservas de petróleo de 18 años a 6 y las de gas de 30 años a 8. Dónde están los gasoductos para abastecer el mercado interno. Y lo mismo en el sector eléctrico: adónde están las usinas, no hay ninguna, salvo las que paga el Gobierno. El modelo privado protege la generación de utilidades extraordinarias que las empresas sacan del país y no reinvierten. Para qué van a invertir en exploración si tienen los yacimientos regalados y nadie los controla. El modelo de explotación privada busca extraer todo lo que se pueda aunque se agoten los recursos, porque a las empresas eso les permite hacer grandes negocios financieros.
–¿Cómo influye el control de precios en el caso de la refinación de gasoil?
–Es una excusa. No tiene ninguna importancia. Repsol y Petrobras, que son productoras y refinadoras, elaboran muchos productos. Es como con los supermercados: hay mercaderías en oferta y ganan con el resto. Lo único que está controlado es el precio del surtidor. Las petroleras producen a ocho dólares el barril y lo venden a 40 netos de retenciones y regalías. Exportan naftas que no tienen retenciones. Todo lo que va a lubricantes, petroquímicos y fertilizantes lo venden a precio internacional. El 75 por ciento de su facturación es libre. Salvo a usuarios residenciales, el gas es libre y aumentó 200 por ciento. Y lo mismo la electricidad: subió 150 por ciento a los usuarios que no son domiciliarios.
–¿Cómo se debería cubrir la demanda de gasoil insatisfecha?
–Para mañana, importando. Pero la solución estructural es diseñar un plan de infraestructura nacional, centralizado, estatal y financiado con la plata de la renta petrolera. Para eso, hay que recuperar el control de YPF. Todo que lo vemos hoy se hizo con la plata de YPF: la rutas, los trenes, los gasoductos internos, todas las represas hasta la mitad de Yacyretá. Desde el ’89 no hay nada nuevo y las reservas de petróleo y gas cayeron como expliqué antes. No hay inversión en el país, pero las utilidades de las empresas privadas fueron fantásticas.
–¿Qué espacio queda para el sector privado en un modelo de gestión estatal?
–De ser concesionarios pasan a ser contratistas, como ocurre en Venezuela, en Brasil y en todo el mundo. Se les paga para que saquen el petróleo. Se pueden constituir empresas mixtas bajo control estatal. Pero las privadas no manejan la política como hasta ahora. Cómo puede ser que se exporte gas para la industria chilena mientras a la industria argentina se le restringe.
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