Jue 16.08.2007

ECONOMíA • SUBNOTA  › OPINION

Coro de ángeles

› Por Alfredo Zaiat

Hace algunos años, cuando los mercados se derrumbaban, el coro de ángeles de la city reclamaba señales contundentes para enfrentar con una supuesta mayor fortaleza los embates del shock externo. Esos mensajes proponían que se debía implementar un ajuste fiscal para exponer “seriedad” a un mundo financiero que evaluaba diariamente la marcha de la economía local. Los esfuerzos nunca eran suficientes, y una crisis tras otra impactaba con más severidad, hasta que se desembocó en una prolongada recesión. El desmoronamiento de los activos bursátiles gatillado por desequilibrios de alguna plaza relevante del exterior, en un mundo especulativo globalizado, generaba un estrés de proporciones.

Hoy, para alarma de los gurúes y analistas del microcentro, se anuncia lo opuesto: un aumento de las jubilaciones en la misma jornada de fortísimas caídas de acciones y bonos en el recinto local y de temblor generalizado en los negocios bursátiles del planeta por la debacle de los créditos hipotecarios en Estados Unidos. El incremento a los jubilados es, precisamente, una medida fiscal expansiva, no contractiva, como recomendaría el vademécum de la city en el actual contexto de inestabilidad. El anuncio de ayer se parece mucho a una provocación, aunque involuntaria, a los dictados de la ortodoxia.

La desconexión de los mecanismos de trasmisión inmediata del área financiera hacia la economía real resulta una de las principales virtudes del actual modelo. Hasta ahora existe más ruido financiero que impacto real sobre la economía. El bono a Chávez fue dos puntos más de tasa, y el remanente del plan financiero de este año por unos 1500 millones de dólares requerirá de la colaboración de agentes locales. Son costos poco relevantes y bastante más bajos que los padecidos en crisis pasadas. Esa menor vulnerabilidad a la volatilidad externa se debe a la acumulación creciente de reservas y a la certidumbre cambiaria que elude el retraso del tipo de cambio, además de mantener una política de superávit fiscal y comercial junto a una economía que privilegia el desarrollo del mercado interno.

El aumento de los jubilados brindará una nueva excusa para el castigo durísimo a los bonos argentinos por parte de inversores del exterior, con esa mirada fiscal miope que se detiene en el análisis estático de las cuentas públicas y que ignora el proceso dinámico de esa expansión sobre la recaudación. La caída de las cotizaciones, por suerte, no ha condicionado las decisiones de política económica.

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