EL MUNDO › DIJO QUE LA INVASIóN DE IRAK FUE JUSTA Y NECESARIA Y QUE GANARá
Con remanidos argumentos, asoció la guerra con el ataque del 9-11 y dijo que no piensa retirarse. Protestas en todo el país.
› Por David Alandete *
Desde Washington
Exactamente cinco años después de su comparecencia de 2003 en la que anunció “el co-mienzo de operaciones militares para desarmar a Irak, liberar a su gente y defender al mundo de un grave peligro”, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, dijo ayer en el Pentágono que mantiene su fe en que “la batalla de Irak acabará en una victoria”. “Se trata de una guerra noble, necesaria y justa”, afirmó.
En estos años, casi 4000 soldados han perdido la vida en el campo de batalla. El coste acumulado de la operación militar supera los 500.000 millones de dólares –340.000 millones de euros—, según la Oficina del Presupuesto del Congreso. “Ha sido una batalla más larga, más dura y más costosa de lo que esperábamos”, reconoció Bush. “Pero son costos necesarios. Son el precio a pagar por una victoria estratégica sobre nuestros enemigos en Irak”, añadió. “Echar a Saddam Hussein del poder era la decisión correcta.”
El presidente repitió unas palabras que ya pronunció en 2003: “No aceptaremos otro resultado que la victoria”. Bush no marcó como un hito el comienzo de la guerra en sí misma, sino el refuerzo de 30.000 soldados que él mismo ordenó en enero del año pasado, después de un notable recrudecimiento de la violencia en Irak y de que los republicanos perdieran las elecciones al Congreso. El grueso de estas tropas llegó a Bagdad en verano y, desde entonces, el número de soldados norteamericanos fallecidos en combate ha descendido dramáticamente, de los 126 de mayo de 2007 a los 29 del pasado mes. En este momento, 158.000 soldados norteamericanos prestan servicio en Irak, un número que se reducirá a 140.000 el próximo verano, según los planes del Pentágono. Pero Bush dejó entrever el miércoles que no permitirá más reducciones en los nueve meses que le quedan en la Casa Blanca. “Hemos llegado muy lejos y no vamos a permitir ningún tipo de huida”, dijo. “El general (al mando de las tropas en Irak) David Petraeus me ha advertido que las reducciones rápidas en el número de tropas permitirían que (el grupo terrorista) Al Qaida y otras milicias extremistas recuperaran el terreno perdido y aumentaran la violencia.”
Bush echó mano de los mismos argumentos con los que anunció la invasión en 2003: volvió a referirse a Al Qaida como “un enemigo que nos puede seguir a nuestra propia casa”; pidió a la nación que “no ignore las lecciones del 11 de septiembre” y asoció una retirada en Irak a la posibilidad de “sufrir un ataque como aquél, en el que 19 hombres mataron a 3000 compatriotas”. El presidente alabó el miércoles también el trabajo del general Petraeus y su capacidad de colaborar con grupos locales chiítas y sunnitas para expulsar a los radicales de Al Qaida. “Estamos viendo la primera revuelta a gran escala de grupos árabes contra Osama bin Laden, su siniestra ideología y su red de terror”, dijo. “Irak es ahora el lugar en el que los árabes se unieron a los americanos para expulsar a Al Qaida de su territorio”, explicó. El miércoles, Petraeus reafirmó esta idea desde Bagdad. Explicó que diversos grupos sunnitas y chiítas han estado colaborando con el ejército iraquí y las fuerzas estadounidenses en Bagdad y las provincias de Kirkuk y Anbar para “desahuciar a Al Qaida de Irak”.
Bush, sin embargo, explicó que todavía queda mucho camino por recorrer. “Ahora hay que consolidar nuestra victoria y sellar la derrota de los extremistas”, dijo, criticando ardientemente las “llamadas a la retirada” de la mayoría demócrata en el Congreso. “Los críticos de la guerra ya no pueden argumentar que estamos perdiendo en Irak. Ahora van diciendo que la guerra es muy cara.”
A Bush le respondió la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, quien denunció que “la guerra de Irak es toda una amenaza para la economía”.
Mientras Bush viajaba desde la Casa Blanca al Pentágono para pronunciar su discurso, cientos de manifestantes trataban de paralizar la capital de Estados Unidos. Un centenar de activistas se encadenó para impedir la entrada de los trabajadores al Departamento de Hacienda. “No pagaremos más impuestos para financiar esta guerra”, gritaban mientras se resistían a ser desalojados. Hubo, en total, 20 detenidos. Los actos de protesta se repitieron en todo el país.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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