EL MUNDO › ENTREVISTA CON MARIZA BAFILE, DEL IZQUIERDISTA PARTIDO DEMOCRáTICO DE ITALIA
Bafile aspira a ser reelecta diputada por Sudamérica para el Parlamento italiano. A 20 días de los comicios adelantados, la candidata del partido de Veltroni señala que a Prodi lo perjudicó la ley electoral y la política comunicacional.
› Por Mercedes López San Miguel
De una belleza de la que tienen fama las mujeres venezolanas y con una voz que suena a italiana hablando en español, Mariza Bafile no parece una política más. Bafile está de campaña en Buenos Aires, encabezando la lista de diputados de Sudamérica para el izquierdista Partido Democrático de Walter Veltroni. En la lista compiten también por la reelección Giuseppe Angeli (Alianza Nacional, derecha) y el independiente Ricardo Merlo (ver recuadro). El asiento que Bafile ocupó los últimos dos años en el parlamento italiano no fue fácil, admite, “por ser mujer e inmigrante” –acompañó en el exilio a su padre, y permaneció durante su infancia en Italia–. A veinte días de los comicios del 13 y 14 de abril, la candidata ve factible un triunfo de Veltroni sobre su rival, el líder de la derecha, Silvio Berlusconi. “El Partido Democrático está repuntando en los sondeos y somos optimistas con el resultado final, aunque hay un peligro de empate, con el que volveríamos a tener dificultades para gobernar.” Bafile cerrará su campaña en Caracas, “como no podría ser de otra manera”, dice con una gran sonrisa que apenas altera sus delicados rasgos.
–¿Cómo se explica que habiendo causas de corrupción contra Berlusconi, vaya arriba en los sondeos?
–La centroderecha aprobó una ley electoral perversa en contra abiertamente de la oposición –una ley hecha con el propósito de debilitar al gobierno de Prodi– y efectivamente lo logró. (Romano) Prodi tuvo que gobernar con una coalición heterogénea que nunca le dio serenidad al gobierno; un gobierno que hizo cosas muy positivas que no le llegaron a la gente.
–¿Por qué?
–Porque la noticia terminaba siendo la pelea entre los bandos distintos. Cada reforma tenía opositores dentro del gobierno, hasta lo absurdo de que ministros oficialistas protestaban en la calle. Eso, unido a ciertos sacrificios que pidió Prodi con el primer presupuesto –recibió una Italia con unas cuentas desastrosas–... una persona común percibía que la vida se le hacía más difícil y que los políticos se peleaban entre sí. Al gobierno le faltó una política comunicacional bien hecha: mientras Berlusconi es el rey de los medios, Prodi es muy serio y menos comunicativo. La gente vio un gobierno inestable comparado al anterior (de Berlusconi), que estuvo los cinco años en el poder y no importa si hizo las cosas mal. Berlusconi dio esa imagen de un liderazgo fuerte, que hace que no importe si ese mismo hombre fue quien llevó a Italia a un desastre económico, promulgó leyes en su favor y hasta el último momento demostró que sólo le importan sus problemas personales. Cuando cae el gobierno de Prodi, toda Italia, desde los sindicatos hasta los empresarios, desde la izquierda hasta la iglesia pedían que se extendiera el gobierno hasta promulgar una nueva ley electoral que diera a Italia una posibilidad de gobernabilidad, pero Berlusconi se opuso, porque como le iba bien en los sondeos, le convenían nuevas elecciones.
–¿No tiene que ver también con una cierta debilidad de la izquierda?
–No, en absoluto. Al final, Prodi no se cae por la izquierda, se cae por la derecha de su coalición y por partidos que no existen en los números –que estaban ahí por la ley electoral–. Gracias al Partido Democrático, cuyo proceso comenzó varios años antes de la caída del gobierno, la izquierda tiene una nueva esperanza. En momentos de crisis de la política, fueron 3 millones a votar en las primarias de la izquierda, por esta fusión de los dos principales partidos. Nadie se esperaba ese resultado. Hay un deseo de una izquierda ajustada a la realidad histórica de Italia. Hoy el Partido Democrático está repuntando en los sondeos y somos optimistas con el resultado final, aunque hay un peligro de empate, con el que volveríamos a tener dificultades para gobernar.
–¿Qué propone diferente Veltroni de Prodi?
–Veltroni propuso una gran innovación: decidió correr solo como Partido Democrático. El eligió no ser prisionero de otros partidos. Eso fue una revolución en la política italiana, porque por primera vez un partido hacía un discurso para el país. Creó una gran expectativa y Berlusconi acusó el golpe, que él iba a representar la vieja política de coalición de partidos. Entonces Berlusconi decide a dedo formar su nuevo partido y se fue más a la derecha, fusionándose con el partido de Gianfranco Fini, Alianza Nacional. Y también se asocia a la Liga Norte (xenófoba).
–¿Cuáles serían las prioridades de su partido? Se le criticó a Prodi que avanzó poco en políticas de distribución...
–En 18 meses, Prodi hizo mucho más de lo que se podía. Por ejemplo, empezó dándoles estabilidad a los trabajadores precarios; llevó a cabo una serie de reformas para que las mujeres tengan mayor presencia en el trabajo, sobre todo en el sur de Italia. Y renovó las pensiones.
Italia necesita que los sueldos estén al nivel del costo de vida y de una política migratoria seria, que permita a la gente estar incluida y aceptada en la sociedad.
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