Dom 22.09.2002

EL MUNDO

Las topadoras le movieron el piso a Yasser Arafat

En respuesta al atentado del jueves, el ejército israelí mantenía sitiada anoche la residencia del jefe palestino, luego de haber demolido parte de sus instalaciones. Los israelíes quieren interrogar a sospechosos que permanecen junto a Yasser Arafat.

Era entrada la madrugada local, pero Yasser Arafat no podía ver la luz: los tanques israelíes habían ingresado en el recinto de la Mukata en Ramalá, al tiempo que las excavadoras habían demolido el edificio adyacente al inmueble central donde se encontraba el líder palestino. Arafat se negó a irse, a pesar de las alertas de que las explosiones en el edificio contiguo podrían poner en peligro su vida y la de las 250 personas que se encontraban en el golpeado complejo. Luego el ejército israelí comunicó que “Arafat es libre de abandonar el edificio en cualquier momento, no será detenido y nuestra misión no es atacar a su movimiento sino interrogar a los hombres buscados que se encuentran en el interior con él”. Porque el gobierno israelí “no tiene ningún interés en causarle daño” a él, según el vocero Dore Gold. El mismo portavoz desmintió las versiones según las cuales los militares israelíes prepararon una “potente explosión” en el edificio donde está el presidente palestino. Asimismo, Radio Israel informó que se acordó autorizar al número dos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Mahmoud Abbas (Abu Mazen), a visitar hoy a Arafat en el interior de la Mukata.
La declaración puso fin a la ola de rumores según las cuales los militares que tenían bloqueado a Arafat y sus colaboradores en Ramalá les dieron un ultimátum a los sitiados para que abandonen, de uno en uno y con las manos en alto, el edificio en que se encuentran. Previamente, los vehículos blindados del ejército israelí entraron en el complejo de la gobernación de la Autoridad Palestina en Ramalá, poco después de que los soldados israelíes allí desplegados habrían anunciado que colocaron cargas explosivas alrededor del edificio central y estaban dispuestos a volarlo si no se entregaban los palestinos buscados. Las excavadoras del ejército israelí dieron contra las construcciones en las inmediaciones del edificio central donde se encuentra Arafat junto con unas 250 personas más.
A esa altura, el ministro de Información palestino, Yassir Abed Rabbo, declaró que Arafat no se rendiría. Según los palestinos, las fuerzas israelíes habían dicho que iban a destruir uno de los dos edificios que aún quedaban en pie en el interior del complejo. También los habitantes en las inmediaciones del cuartel fueron alertados sobre la explosión. Pero las fuerzas israelíes no confirmaron la información que aseguraba que el ejército había advertido a los palestinos sobre la destrucción por medio de tanques de gas de uno de los dos edificios de la AP que aún permanecen en pie.
La operación israelí se produce en respuesta al atentado suicida del jueves contra un ómnibus de línea que se cobró la vida de seis israelíes y dejó más de 50 heridos en Tel Aviv. Las tropas israelíes ya habían irrumpido en el cuartel general de Arafat el jueves tras el atentado, exigiendo la rendición de 19 presuntos terroristas que habrían buscado refugio en el interior del complejo.
Entretanto, cientos de habitantes de Ramalá desafiaron, a altas horas de la noche, el toque de queda impuesto por los israelíes y se volcaron a las calles en señal de protesta contra las acciones militares de Israel. Los que quisieron llegar al cuartel de Arafat fueron dispersados por gases lacrimógenos por las fuerzas israelíes. Según la emisora árabe Al-Jazeera, miles de palestinos también se dieron cita en las calles de las ciudades de Nablus, Tulkarem y Bir Zeit, en el campo de refugiados de Balata, periferia de Nablús, Cisjordania, y en Kahn Yunis, sur de la franja de Gaza. Al menos 15 palestinos resultaron heridos por disparos israelíes en Ramalá y Tulkarem, según fuentes médicas y hubo cuatro muertos por los tiroteos en Cisjordania. De acuerdo con fuentes palestinas, el ejército destruyó casi todos los edificios del cuartel general. Arafat se mantiene en uno de los pisos de sus oficinas y sólo dispone de una pequeña superficie para moverse.

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