Desde Harare

Desde que en Zimbabwe se disputaron las elecciones presidenciales de marzo, un reguero constante de víctimas de los matones del presidente Robert Mugabe fue llegando desde el interior a la capital, Harare, contando historias de horroríficas intimidaciones. Pero, desde la semana pasada, la violencia llegó a las puertas de la ciudad.

“En las afueras de Harare se ha establecido un anillo de campos de tortura, y bandas de jóvenes mafiosos están madurando en los suburbios densamente poblados”, le dijo a The Independent un habitante de Harare. “Están parando a los colectivos y amenazando a los pasajeros. Mucha gente no puede ir a trabajar. Les están diciendo que vayan todas las noches a los campamentos a aprender a votar.” Incluso en los relativamente prósperos suburbios del norte de Harare hay grupos de jóvenes en las calles.

Otros testigos dijeron que bandas de militantes, que visten bandanas del partido Zanu-PF, de Mugabe, y llevan palos y bastones, estuvieron dando vueltas alrededor del centro de Chitungwiza, al sur de la capital, donde el miércoles varios activistas de la oposición fueron asesinados. Los militantes del partido y otros “veteranos de guerra” montaron campamentos suburbanos e hicieron marchar a los residentes de Chitungwiza y de otros pueblos a reuniones políticas. Le dijeron a la gente que se quede dentro de su casa y evite viajar de noche por las rutas.

La violencia que irrumpió justo después de la elección del 29 de marzo, cuando el líder opositor Morgan Tsvangirai le ganó a Mugabe por un margen de seis por ciento, escaló dramáticamente antes de la segunda vuelta de esta semana. De acuerdo con los organismos de derechos humanos, 85 personas murieron por la violencia política desde la primera vuelta, y decenas de miles fueron alejadas de sus hogares. La mayoría de ellos son simpatizantes de la oposición, el Movimiento Democrático para el Cambio (MDC).

El empeoramiento de la situación a dejado a Tsvangirai y al MDC con la difícil decisión de seguir con la campaña a pesar de las intimidaciones y el derramamiento de sangre, o retirarse y cederle el triunfo a Mugabe. El partido está realizando sondeos de sus organizaciones alrededor del país y se espera que hoy anuncie su decisión.

El vocero del MDC, Nelson Chamisa, admitió que “hay diferencias de opinión sobre la estrategia a seguir, y esas diferencias aparecieron en la reunión del comando electoral en Harare. Si las condiciones no cambian, las elecciones será una farsa”, dijo Chamisa.

“Algunas áreas son inaccesibles”, agregó. “Por las noches secuestran a la gente. Nuestros activistas de base están siendo aterrorizados. Algunos se esconden en el monte o las montañas para escaparles a los militantes pro gubernamentales”.

Después de la primera vuelta en marzo, en la que el partido oficialista perdió su mayoría en la Asamblea Legislativa a manos del MDC, simpatizantes del gobierno aumentaron la represión en el norte y noroeste de Zimbabwe. Fuerzas combinadas de policías, soldados, milicianos y “veteranos de guerra” cortaron caminos y obligaron a los aldeanos a ir a las reuniones políticas donde los que no cantaban a favor del partido del gobierno eran golpeados salvajemente. Por lo menos un voluntario electoral del MDC fue aporreado hasta morir delante de sus familiares y vecinos.

“Es tan obvio ahora que la elección no va a ser ni libre ni justa que la mejor estrategia para el MDC sería presionar a los líderes africanos”, dijo un analista político. Si el partido decide por sí mismo retirarse de la elección, será un triunfo de Mugabe por abandono. Pero si lo hace con el apoyo de la Comunidad para el Desarrollo del Sur de Africa, la presión de los vecinos de Zimbabwe podría lograr una postergación hasta que las garantías mínimas sean implementadas.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.