Mié 24.09.2008

EL MUNDO  › LA ULTRADERECHA ISRAELí NO PARTICIPARá DE UN GOBIERNO DE UNIDAD NACIONAL

El Likud rechazó la oferta de Livni

Tzipi Livni, electa cabeza del partido Kadima, tiene poco más de cinco semanas para formar un nuevo gobierno. El Likud es la tercera fuerza en el Parlamento y con su apoyo la canciller habría logrado la mayoría absoluta.

La ultraderecha israelí le dijo que no a Tzipi Livni. El Likud, el partido del ex primer ministro Benjamin Netanyahu, rechazó ayer la invitación de la canciller de sumarse a un gobierno de unidad nacional. Además, aprovechó para denostarla y presionar por elecciones adelantadas. “Livni intenta actuar como una estadista, pero el efecto es lamentable”, le dijo un hombre de confianza de Netanyahu a la agencia de noticias local Ynet. “Livni debería permitir a los israelíes que elijan quién será su líder y de qué manera”, agregó.

La actual canciller tiene poco más de cinco semanas para formar un nuevo gobierno, si quiere permanecer en el poder hasta el año 2010. Si no lo consigue deberá convocar elecciones anticipadas en tres meses, renovar todo el Parlamento y todas las fuerzas políticas tendrán hasta fin de año para negociar una nueva coalición gubernamental. Según los medios israelíes, Netanyahu apuesta a que se llegue a eso y por eso se negó a dar su apoyo a la posible sucesora de Ehud Olmert. Su bancada es la tercera fuerza en el Knesset (Parlamento) y con ella Livni se habría asegurado una mayoría absoluta.

Kadima, el partido que fundó Ariel Shanon meses antes de entrar en un coma profundo, tiene apenas la primera minoría del Legislativo. En las últimas elecciones, en 2006, Olmert logró la primera minoría, con 29 de los 120 diputados. Como para formar gobierno es necesario sumar 61 bancas, se alió con el Partido Laborista (19 diputados), los ultrarreligiosos de Shas (12 diputados) y la sorpresa de los comicios, el Partido de los Jubilados (4 diputados). Hasta la renuncia de Olmert, el domingo pasado, la coalición, con más o menos tensión, se mantuvo.

Ahora Livni, una ex espía del Mossad con fama de estricta e incorruptible, tiene dos opciones. Mantener esa misma coalición o construir una de centroizquierda, sin los ortodoxos y con el partido pacifista Meretz (5 diputados) y el de Justicia para el Anciano (3 diputados). La primera se tambalea hace tiempo. Los diputados de Shas vienen rechazando abiertamente las negociaciones de paz con la Autoridad Palestina. Se oponen a retirar los asentamientos judíos de los territorios palestinos y a siquiera abrirse a discutir la soberanía de Jerusalén.

La segunda opción no es más estable. De concretarse, estimaban ayer los medios israelíes, Livni dependería de una coalición más amplia y, por ende, más heterogénea. Aunque en estos últimos años la canciller israelí se erigió como uno de los dirigentes más moderados y propensos al diálogo del oficialismo, sus raíces son claramente conservadoras. Como la mayoría de sus compañeros de Kadima, hizo su entrada a la política de mano del Likud, el mismo partido que ayer la rechazó.

Durante la última guerra contra el Líbano no se le escuchó ni media autocrítica y, aunque es una promotora de la creación de un Estado palestino, se niega a discutir algunos de sus reclamos, por ejemplo el retorno de los palestinos desplazados cuando los judíos se instalaron y crearon Israel. “Mientras los palestinos no destierren la palabra nakba (catástrofe) de su léxico, no habrá entrega de territorios”, afirmó recientemente, durante las celebraciones del 60º aniversario de la fundación del Estado israelí.

Entre 1947 y 1948 más de 700 mil palestinos, principalmente campesinos, fueron expulsados y perdieron todo lo que tenían. Desde entonces, todas las facciones políticas palestinas, moderadas y radicales, demandan una vuelta de los desplazados y de las familias.

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