EL MUNDO › EL SEGUNDO DEBATE ENTRE EL DEMóCRATA Y JOHN MCCAIN FUE TAN REñIDO COMO EL PRIMERO
El senador de Illinois hizo eje en el rol del Estado para salir de la crisis y fue más específico a la hora de detallar sus propuestas. McCain se mostró más cómodo interactuando con el público, pero no dio el batacazo que necesitaba.
Las acusaciones y la campaña sucia quedaron fuera del segundo debate presidencial. Los dos candidatos estadounidenses, Barack Obama y John McCain, empezaron con un tono muy moderado y de a poco se fueron aflojando. “Obama nunca se enfrentó a los líderes de su partido por ningún tema. Yo sí lo hice y por eso no soy muy popular”, repitió una y otra vez el senador republicano. El veterano héroe de guerra se esforzó en desplegar sus credenciales bipartidistas, destacando algunos referentes demócratas históricos como el senador demócrata Edward Kennedy. Obama, en cambio, se enfocó en explicar de forma clara y detallada sus planes. Prometió priorizar el desarrollo de energía limpia y defendió la salud como un derecho y no un beneficio. “Nadie va a ser excluido por condiciones preexistentes”, prometió el joven senador de Illinois.
En el escenario no había atriles, solamente dos sillas rodeadas por un pequeño público de votantes indecisos. Los candidatos pudieron mostrarse más relajados, apenas se quedaron sentados. Durante los primeros 60 minutos, el tema fue casi exclusivamente la crisis financiera y cómo afectará a la carga impositiva, el sistema de salud, educación y los programas sociales. “Vamos a tener que hacer algunos sacrificios. Habrá que eliminar los programas que no están funcionando”, señaló McCain. Su propuesta fue que los programas “compitan entre sí” para evaluar su efectividad.
El candidato también propuso dejar en manos de la competencia de mercado la salud. “Obama dice el gobierno va a hacer esto, el gobierno va a hacer eso. Yo quiero darle a los ciudadanos un subsidio de cinco mil para que vayan a cualquier parte del país y elijan su seguro médico. Que sean ellos los que salen a comprar y deciden”, sugirió el veterano senador. Obama aprovechó el momento para exponer sus diferencias con McCain. “Lo que va a pasar con la propuesta de John es que las empresas de seguros médicos se van a ir al Estado, quizás a Arizona, que tenga menos regulaciones”, advirtió el joven senador.
Obama le dio el toque final a su mejor momento al recordar que su madre tuvo que pelear durante meses para conseguir tratamiento a los 53 años porque tenía cáncer, una enfermedad que habitualmente las aseguradoras norteamericanas consideran una condición preexistente.
Los dos candidatos le dedicaron varias respuestas a defender el salvataje aprobado la semana pasada en el Congreso. “Sin el paquete de ayuda, se congelarían los préstamos para los pequeños negocios. Si no hay créditos, estos negocios no podrían pagar los salarios y probablemente tendrían que cerrar”, explicó Obama. Su rival fue un poco más ambiguo y aseguró que si las empresas y el sistema financiero no funciona, la economía norteamericana no puede crecer.
La última media hora del debate estuvo dedicada a la política exterior. Obama reiteró su determinación de hablar con los países amigos, pero también con los enemigos del país. “Tenemos que poder dialogar, sabiendo que no estamos sacando la opción militar de la mesa”, aseguró. McCain se explayó nuevamente en su largo y heroico historial militar. En lo que los dos estuvieron de acuerdo fue en el apoyo incondicional a Israel, en el caso de un ataque iraní, y en los cuestionamientos a la Rusia de Vladimir Putin. “No es más el imperio del mal, pero tiene un comportamiento malvado”, sostuvo Obama. McCain advirtió sobre los intereses energéticos de Moscú y pidió seguir apoyando a Georgia.
A pesar de estar a la baja en las encuestas, McCain contaba ayer con un contexto, al menos, favorable. Por segunda vez, el debate presidencial se hizo en un estado históricamente republicano –el primero fue en Misisipi–. En Tennessee los valores del antiguo sur y las banderas de la Confederación siguen flameando e importando. Además, el candidato oficialista llevaba la ventaja en el formato. “McCain ha estado en miles de asambleas municipales como ésta. Es una gran oportunidad para él y para su campaña”, señaló al Washington Post, el ex jefe de campaña del veterano senador de Arizona, Terry Nelson.
McCain le había propuesto a su rival reemplazar los tres debates presidenciales por una serie asambleas municipales a lo largo y ancho del país. Sin embargo, su joven competidor, no acostumbrado a este tipo de foro, se negó. Las reglas son simples. A diferencia de los tradicionales debates, en este el público puede y debe hacer las preguntas a los candidatos. Hay menos interacción entre ellos, pero más con sus electores. El auditorio que dirigió la batuta anoche estuvo compuesto por 80 indecisos de Tennessee, elegidos por la empresa encuestadora Gallup. Pero como el debate no era solamente municipal, se agregaron seis o siete preguntas, seleccionadas de más de seis millones que enviaron ciudadanos estadounidenses por Internet. El encargado de leerlas, moderar el debate y hacer las repreguntas fue el periodista de la cadena NBC News, Tom Brokaw.
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