EL MUNDO › ACOSADO POR LAS MANIFESTACIONES QUE PEDíAN LA DISOLUCIóN DEL CONGRESO
Miles de manifestantes rodeaban el Parlamento cuando la policía intervino. Los choques dejaron un muerto y 420 heridos. Además, una bomba explotó cerca del epicentro de las protestas y mató al menos a dos personas.
› Por Andrew Buncombe *
En el último giro de la agitada política tailandesa, el primer ministro, Somchai Wongsawat, tuvo que escapar del Parlamento en un helicóptero de la policía, forzado por miles de manifestantes que rodeaban el edificio con barricadas. La policía enfrentó a los activistas, que habían prevenido a los congresistas que no los dejarían salir del Congreso. Los choques dejaron un saldo de un muerto y 420 heridos. Además de los gases lacrimógenos que disparó la policía antidisturbios, una bomba explotó cerca de donde estaban los manifestantes y mató al menos a dos personas. Las explosiones de cartuchos de gas hicieron que cuatro personas perdieran partes de sus brazos o piernas. Entre los heridos hubo ocho policías, que recibieron disparos o puñaladas. Anoche, cuando todavía el fin de la violencia no estaba a la vista, el ejército desplegó tropas para intentar restaurar el orden.
En los últimos dos meses, Bangkok ha sido sacudida sin descanso. Somchai juró su cargo el 25 de septiembre, después de que su predecesor, Samak Sundaravej, ex chef de televisión, fuera forzado a dar un paso al costado. Durante semanas el ex premier había sufrido los embates de la oposición, que lo acusaba de actuar inconstitucionalmente. Desde que asumió, Somchai se vio forzado a gobernar desde una oficina improvisada en el aeropuerto capitalino.
La violencia de ayer, que había tenido un breve comienzo después de que a las 6.00, hora local, la policía despejara la calle del Parlamento, resurgió a la tarde. La policía disparó numerosas descargas de gas lacrimógeno para romper el cordón de los manifestantes y poder abrir una salida para el primer ministro. Por la noche muchos políticos seguían encerrados. “Ahora estamos sitiados”, dijo por teléfono desde adentro del edificio Kuthep Saikrajang, vocero del oficialista Partido para el Poder de la Gente (PPP, por sus siglas en inglés). “Pero deberíamos encontrar una forma de salir sin usar la fuerza”, agregó.
Las protestas son organizadas por la monárquica Alianza de la Gente para la Democracia (PAD), una coalición que critica la proximidad de Somchai y Samak con el ex premier Thaksin Shinawatra, quien fuera echado por un golpe en 2006 después de haber sido acusado de corrupción.
Los últimos choques llegaron después de que la noche del lunes los partidarios del PAD, que ocuparon las oficinas de Somchai en agosto, marcharan hacia las cercanías del Parlamento. Ahí levantaron barricadas con neumáticos y alambre de púa, en un esfuerzo por impedir que el premier diera su primer discurso en el Congreso. Ayer, antes de que la violencia recrudeciera, el viceprimer ministro, Chavalit Yongchaiyudh, anunció que renunciaba por haber fallado en la negociación de un acuerdo con los manifestantes. Después de dar su discurso 90 minutos tarde, Somchai tuvo que trepar una valla y huir del edificio en un helicóptero de la policía. Lo hizo para evitar a los manifestantes, que habían bloqueado las cuatro entradas del Parlamento.
Sin dudas la movida despertará sospechas acerca de la posibilidad de otro golpe militar. Desde que Tailandia adoptó el régimen de monarquía constitucional en 1932, los militares dieron 18 golpes de Estado. De todas formas, el jefe del ejército, el general Anupong Paojinda, se dirigió al pueblo para asegurar que las fuerzas no tomarían el poder. “Por favor no entren en pánico. Las tropas no están siendo enviadas para dar un golpe. No es bueno para el país”, dijo.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.
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