Desde París

La Unión Europea y Cuba restablecieron en París el diálogo luego de varios años de congelamiento. Al cabo de la primera reunión a nivel ministerial desde 2003 ambas partes acordaron “reanudar la cooperación europea” y “convinieron en proseguir el diálogo”. Presente en París, el comisario europeo para el Desarrollo y la Ayuda Humanitaria, Louis Michel –que participó en la reunión junto al canciller francés, Bernard Kouchner, el de Cuba, Felipe Pérez Roque, y el de la República Checa, Karel Schwarzenberg– saludó “un paso muy positivo” hacia la normalización de las relaciones con la isla. “Se siente que hay deseo también de Cuba de reactivar el diálogo”, dijo Michel quien también expresó el deseo de que su visita a La Habana de la próxima semana sea “la ocasión de poner en acto la reanudación formal” de esta cooperación entre la Comisión Europea y Cuba. Según la misma fuente, los responsables cubanos demostraron en París que “están dispuestos a hablar sin tabúes de todo”.

Para los europeos, quien dice “todo” se está refiriendo al tema de los derechos humanos. Michel reveló que Bernard Kouchner “abordó extensamente esta cuestión y, manifiestamente, están también abiertos a hablar de ello”. Por su parte, la presidencia francesa de la UE señaló que el tema de los derechos humanos había sido “abordado bajo todas sus dimensiones”. El viernes, en diálogo con la prensa, el jefe de la diplomacia cubana destacó que ese tema había figurado en la agenda, pero aclaró que “ambas partes coincidimos en que no se pretende dar lecciones a la otra parte”. Louis Michel se manifestó elogioso y con esperanzas cuando destacó que la apertura cubana hacia la democracia y la economía de mercado era casi ineluctable: “En un mundo global es difícil mantenerse al margen del modelo dominante”, dijo. El responsable europeo también reveló que los cubanos dicen: “De todas maneras van a ser necesarios serios mecanismos de encuadre. (...) Cada vez que se avanza hacia la economía de mercado, se crean las condiciones para facilitar una evolución democrática”.

Cuba y la UE se sentaron a una misma mesa gracias a la presión ejercida por España. Madrid movió los hilos de su diplomacia para que los europeos levantaran en junio pasado las sanciones que habían impuesto a Cuba 2003 y que estaban en suspenso desde 2005. Estas, en lo esencial, consistían en limitar las visitas bilaterales de alto nivel. El Viejo Continente espera así influenciar para que Raúl Castro –que en febrero se hizo cargo de la presidencia del país– dé pasos hacia la democracia. Felipe Pérez Roque reconoció que en París se abre un nuevo camino. El ministro cubano calificó la reunión “muy positiva”. Roque resaltó también que entre otros temas abordados estuvo el de los derechos humanos en la Unión Europea y en Cuba: “Hemos explicado con toda honradez y seguridad nuestros criterios y nuestro orgullo por la obra de la revolución y por los principios que defendemos”, puntualizó. El canciller indicó que había explicado a sus interlocutores cómo la actual crisis financiera internacional puede afectar el derecho a la alimentación de las personas al tiempo que, contó, también puso de relieve la necesidad de una revisión profunda con las instituciones internacionales. El diplomático cubano expresó su deseo de que el próximo gobierno estadounidense “rectifique su política de bloqueo” a Cuba ya que ese gesto facilitaría la cooperación de la UE con su país. Roque dijo que contaba con el voto del bloque europeo contra esa medida en la próxima votación en la ONU. El 29 de octubre la Asamblea General de la ONU debatirá el bloqueo y pondrá sobre la mesa una resolución pidiendo el fin de ese dispositivo tan nocivo para Cuba como para todas las demás naciones del mundo. “La UE debe defender aún con mayor energía el derecho de sus empresarios a comerciar con Cuba”, señaló el canciller cuando se refirió a esa obra maestra de la perversidad que es la ley estadounidense Helms-Burton mediante la cual Estados Unidos impone sanciones a las empresas de cualquier país que tengan relaciones con Cuba. No se puede afirmar que Cuba y la UE zanjaron sus diferencias en París. Ambas partes funcionan como en circuito cerrado, pero lo cierto es que con la reunión ministerial organizada en la capital francesa se inicia una fase cuyos contornos aún quedan por definir.