Lun 10.11.2008

EL MUNDO  › LA VICTORIA DEL DEMóCRATA AFRODESCENDIENTE EN ESTADOS UNIDOS INSTALó UNA FASCINACIóN GLOBAL

El vuelo de la mariposa contra los halcones

La administración Bush deja una mancha inaudita en la conciencia universal. Con Barack Obama se viene a romper un círculo nefasto: las guerras preventivas, las vuelos secretos de la CIA, las cárceles donde se tortura.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

Al día siguiente de la victoria de Barack Obama, el chofer del taxi, un africano fortachón y sonriente, sintió la diferencia con los primeros clientes que subieron a su auto a las siete de la mañana en el distrito 8 de París. “Me trataban distinto, como si ya no fuera una amenaza o un bicho raro. En este barrio de fashions pitucos la gente suele tener miedo de los negros. Ayer me trataban con cierta hermandad asombrada. Seguro que es el efecto Obama.” La victoria del candidato demócrata instaló una fascinación universal y una esperanza no menos copiosa. En la historia política contemporánea, Obama es el tercer representante de una comunidad víctima de la segregación racial como política de Estado que llega al poder mediante las urnas. El primero fue el sudafricano Nelson Mandela, electo presidente de Africa del Sur en abril de 1994. Pese a ese honor y a la validez de la lucha de Mandela, el Congreso de los Estados Unidos recién aprobó en julio de 2008 la iniciativa para sacar a Nelson Mandela de la lista de presuntos terroristas, la famosa U.S. terrorism match list. El segundo fue Evo Morales, electo presidente de Bolivia en diciembre de 2005.

Obama llega a la cumbre del poder en la primera potencia mundial y con él se rompe el nefasto círculo en el que la administración Bush había encerrado al mundo. No existe prueba más rotunda de la influencia que tiene Estados Unidos sobre el planeta, como el incalculable alivio que sienten las sociedades humanas luego de la elección de Obama. El efecto mariposa contra el vuelo de los halcones que, durante ocho años, destruyeron todo el edificio de valores y mecanismos de gestión multilateral construido por la comunidad internacional luego de la Segunda Guerra Mundial. La elección de Obama invita también a la “autorreflexión a los países multiétnicos. Francia se interroga hoy sobre si “un Obama francés es posible”. La respuesta está en un artículo del diario Libération, que escribe: “Probablemente habrá que esperar un poco”. Pero la satisfacción actual ante el fin de un calamitoso período no puede ocultar la titánica tarea que la humanidad tiene por delante. El legajo que deja la gestión de la administración Bush exige recuperar la simbología hecha trizas en el ciclo de esos mandatos. Harán falta muchos años y democracias híper motivadas para reconstruir la filosofía moral y los equilibrios sonados en el Siglo de las Luces y la Revolución Francesa de 1789. Ambos inspiraron los procesos de independencia de América latina. En 1810, los pioneros independentistas del Río de la Plata habían hecho de esa filosofía la columna vertebral de su acción. Con todas sus desigualdades e imperfecciones, fueron esos valores los que permitieron la constitución de un eje democrático que enfrentó a esos dos totalitarismos que fueron el fascismo y el comunismo. América latina pagó un tributo delirante a esas dos servidumbres. Peor aún, también pagó el arancel del horror que le impusieron las sucesivas administraciones norteamericanas que llevaron al poder regímenes militares para socavar el supuesto avance del comunismo.

La administración Bush violó hasta el absurdo la esencia de la democracia. La mancha de los halcones en la conciencia del mundo es inaudita. Después de la avalancha del nazismo sobre el mundo, ninguna gran democracia occidental habrá profanado hasta ese punto el memorial humano. Los halcones de la Casa Blanca propulsaron la mentira universal y la manipulación como estrategias de gobierno al tiempo que legalizaron la tortura como política de estado. Cómo olvidar las mentiras proferidas por el entonces secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, en plena sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con el único objeto de obtener un mandato de la ONU para lanzar la segunda guerra de Irak. Fotos falsas con supuestos depósitos de armas nucleares en Irak, informes de la CIA alterados y dudosas confesiones de miembros de Al-Qaida detenidos en Irak y llevados a Egipto para ser torturados a fin de arrancarles la improbable verdad: Saddam Hussein había proporcionado a Al-Qaida armas de destrucción masiva.

A su manera delirante, la administración saliente hizo de la ESMA una constante universal: arrestos arbitrarios, torturas, desaparición de personas, encarcelamientos sin jueces, abogados ni cargos declarados. Esa práctica tiene nombres e imágenes ya ilustres: la cárcel iraquí de Abu Ghraib y las fotos que muestran las humillaciones y violencias a las que eran sometidos a los prisioneros, el centro de detención afgano de Bagram y, desde luego, Guantánamo. También hay nombres emblemáticos de lo que fueron las detenciones arbitrarias y las torturas. Dilawar, por ejemplo, el inocente chofer de taxi afgano arrestado con otros tres hombres por una unidad del ejército de Afganistán y entregado posteriormente a las fuerzas norteamericanas. Dilawar estaba acusado de haber disparado morteros contra las fuerzas de la coalición en Afganistán. Murió a fuerza de golpes y sofisticadas técnicas de tortura en el campo Bagram. Pero era inocente, como tantos otros. Dilawar no había disparado ningún mortero. El responsable era el mismo que lo arrestó. El oficial afgano que lo entregó organizaba él mismo los disparos y después detenía a los presuntos culpables, todos inocentes y entregados a los norteamericanos a cambio de un puñado de dólares. EL 93 por ciento de las personas encarceladas en Guantánamo fueron arrestados por fuerzas afganas o paquistaníes y puestos en manos de Estados Unidos con el mismo principio, o sea, vendidos como peligrosos terroristas de Al Qaida.

El escándalo había alcanzado tales proporciones que en una nota interna escrita luego de una visita a Guantánamo el FBI se negó a colaborar con la CIA y los métodos empleados allí. Hombres encadenados, vestidos con uniformes anaranjados de tela de plástico, con los ojos cubiertos con anteojos negros y las manos con guantes de plástico: esa forma de tortura se llama “depresión sensorial”. Guantánamo salió a la luz pública gracias al coraje de un puñado de republicanos de la administración Bush que no podían aceptar que se violara así la dignidad humana. Entre ellos está Alberto Mora, el consejero general de la Marina que, desde el interior del aparato, rompió la mordaza del silencio. Al legalizar la tortura y hacer de la cultura de la ESMA una conducta en todos los terrenos de combate Donald Rumsfeld elevó como doctrina universal las prácticas de la última dictadura Argentina y pisoteó con ello el paciente trabajo de la Justicia argentina por juzgar a los culpables, por formar a las nuevas generaciones de militares y ciudadanos con una visión digna del ser humano.

En nombre de la lucha contra el terrorismo, la CIA arrestó centenas de personas inocentes, las desplazó secretamente en aviones que recorrieron varios países de Europa, las llevó a centros de tortura para interrogarlas sin ninguna posibilidad de salir de ese infierno. La ESMA a escala mundial, la misma cultura, los mismos métodos, el mismo principio de ejecución y vejamen. Osama Bin Laden y el Molah Omar, los dos operadores del terror, siguen sin captura. Por ellos pagaron miles de inocentes, por ellos se hirió para siempre el principio que las Madres de la Plaza de Mayo defendieron sin descanso con los pañuelos blancos en la cabeza. Hará falta una perseverancia semejante a la de las Madres para reparar la democracia herida, para sacar de Guantánamo a los inocentes, para que la Justicia y la investigación vuelvan a ser la estrategia irrenunciable en la que se basan los Estados. Hará falta un renovado aliento democrático planetario para restaurar el sueño común del Siglo de las Luces que la administración Bush convirtió en pesadilla universal.


Hoy se reúnen Bush y Obama

Acosados por dos guerras y la peor crisis económica en décadas, Barack Obama y George W. Bush tratarán de asegurarse un traspaso de poder lo más natural posible. El presidente electo y Bush comienzan hoy las discusiones sobre el paso de mando cuando los Obama lleguen a la Casa Blanca. Mientras Laura Bush lleve a Michelle Obama a recorrer el primer piso de su nueva casa, Bush invitará al demócrata a conversar en el Salón Oval. La cooperación entre la administración saliente y el equipo entrante sobre las guerras de Irak y Afganistán, las amenazas de atentados terroristas y el caos económico son los principales asuntos descriptos como “sin precedentes”. Bush dijo el fin de semana que una “perfecta transición” será la prioridad que tiene por el resto del tiempo que le queda. Hay expectativas en el mundo de que el nuevo presidente sea rápidamente testeado afuera del país, por ejemplo, con los países como Irán y Rusia, que desafían los intereses de EE.UU. Teherán ayer contestó a las primeras palabras de Obama en la conferencia de prensa que dio el viernes. El presidente del parlamento iraní, Ari Larijani, dijo que Obama se equivoca al “repetir” el discurso de Bush acerca del programa nuclear de su país.

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