EL MUNDO › ISRAEL INVADIó AYER POR TIERRA LA FRANJA DE GAZA
Diez mil hombres y un número no revelado de blindados entraron por el norte después de un intenso bombardeo de artillería. Hamas admite bajas y dice que mató a israelíes. Jerusalén lo niega y habla de “decenas” de milicianos muertos en combate.
› Por María Laura Carpineta
La artillería israelí empezó a atacar la ciudad de Gaza apenas cayó el sol y tres horas después, en plena oscuridad y en medio del humo que todavía no se disipaba, entraron los tanques. No hay imágenes de lo que sucede adentro de la Franja. El bloqueo israelí no permitió que ningún periodista extranjero estuviera en Gaza para describir la invasión. Anoche nadie sabía a ciencia cierta cuántos tanques acompañaban a los 10.000 soldados que habían ingresado en la Franja ni hasta dónde habían llegado. El director del principal hospital de Gaza informó que ya hay 20 palestinos muertos y más de 50 heridos en combates cuerpo a cuerpo. El ejército israelí sostuvo que “decenas” de milicianos murieron en combate y por los ataques de la artillería. Alberto Arce, un trabajador humanitario español que colaboraba anoche con la Media Luna Roja en el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de la Franja, le dijo a este diario que cuatro soldados israelíes ya habrían muerto. Jerusalén lo niega.
Según relató Arce, los tanques israelíes ingresaron a las 19.30, hora local, por el norte de la Franja, protegidos por decenas de helicópteros. No encontraron resistencia. Después de un día de incesantes bombardeos y ataques, nadie se animaba al aire libre, menos cerca de la frontera. Recién un par de horas después de la invasión, la mayor Avital Leibovitch, vocera del ejército israelí, confirmó la ofensiva. “El objetivo es destruir la infraestructura terrorista de Hamas y su zona de operaciones –explicó y advirtió–. Vamos a ocupar las áreas desde donde lanzan los cohetes.” Ayer 20 cohetes palestinos cayeron sobre la ciudad fronteriza de Negev, sin dejar víctimas.
Desde la clandestinidad y después de sufrir la baja de su segundo dirigente, Hamas sólo pudo lanzar amenazas. “La entrada de Israel en Gaza no será un paseo. Gaza será su cementerio con la ayuda de Dios”, aseguró anoche el vocero de la organización islámica en la Franja, Ismail Radwane. Ante el avance de los tanques, el dirigente descartó una posible tregua. “Ustedes no gozarán de seguridad mientras nuestro pueblo carezca de ella”, prometió.
Unas horas antes, el brazo armado de Hamas, las brigadas Ezzedin Al Kasam, había advertido que si volvían a ocupar Gaza, ellos responderían en donde más les duele a los israelíes, secuestrando a sus soldados. “Si ellos entran, Gilad Shalit tendrá nuevos amigos”, aseguraron en un comunicado. La captura de Shalit en junio de 2006 provocó una ola de ataques contra Gaza, como los que azotan el territorio palestino en estas horas. No obstante, nunca fue liberado y hace casi un año que no se sabe nada de él. A pesar de las advertencias de Hamas, el mayor temor de un millón y medio de palestinos se había hecho realidad. Israel, país ocupante hasta 2005, volvía a invadirlos y, según adelantó el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, en un discurso ayer, la estadía de los militares no será corta. A pocos kilómetros de la frontera norte, en Beit Hanun, Halima Velasco, una joven palestina de 23 años, se desesperaba ante la idea de una nueva ocupación. “Hace una semana que no salgo de mi casa, desde que empezaron los bombardeos de Israel. Vivo en total oscuridad, con hambre y un terror absoluto. Si hubiese sabido que iban a entrar hoy (por ayer) me hubiera animado a salir a buscar algo de comida”, dijo vía telefónica a este diario.
Su mayor miedo es por su hermano de dos años. Su madre se aventuró hace unos días al centro de la ciudad para comprar algo de comida. “Hay una sola tienda abierta y sólo vende una mezcla de sobras. No es comida de verdad”, contó. Halima no sabe si los soldados israelíes entraron a su ciudad o si están cerca. No se anima ni a abrir una ventana, menos cuando afuera está todo oscuro. “Lo único que sé es que está mañana la casa se sacudió durante horas por todas las bombas que cayeron cerca de acá.” Cerca de allí, en el campo de refugiados de Jabalia, cientos de hombres partían anoche hacia la frontera con Israel, a unos siete kilómetros. “No bien entraron los tanques, Hamas empezó a llamar a todos los hombres a agarrar sus armas y marchar hacia la frontera”, relató a Página/12 Jamal Zaqut, unos de los empleados públicos que manejan el campo. Desde megáfonos les decían, explicó, que si no detenían a los soldados israelíes en la frontera, en unos días los tendrían adentro del campo.
“Es difícil no creerles cuando hace una semana que Israel está bombardeando casas, mezquitas y escuelas”, aseguró el palestino de 32 años. Sin embargo, él decidió no ir. “Alguien tiene que quedarse para seguir repartiendo el pan y llevar a los heridos al hospital”, se excusó.
El campo de Jabalia fue uno de los de los más golpeados ayer. Desde temprano a la mañana, los cazas F-16 bombardearon el centro del gigantesco barrio sobrepoblado y desde la costa, a menos de un kilómetro, la Marina israelí apoyó la ofensiva con misiles. Uno de los objetivos más importantes fue la mezquita Ibrahim al Maqadna, que quedó casi destruida. La situación fue dramática, recordó Zaqut. Era la hora de la oración y el templo estaba lleno. La gente salió corriendo desesperada cuando cayó la primera bomba, pero no todos se salvaron. Los trabajadores de la Media Luna Roja y los vecinos tardaron horas en recuperar los cuerpos de abajo de los escombros. Recién a la noche, las autoridades de Sanidad informaron que 16 personas habían muerto en el ataque.
Vittorio Arrigoni, del diario italiano Il Manifesto, estaba al lado de la mezquita cuando comenzaron los bombardeos. Se encontraba visitando el hospital de la Media Luna Roja en el campo de refugiados. “Dos bombas cayeron al lado del hospital. Los vidrios de la fachada volaron en pedazos. Las ambulancias no fueron destruidas de casualidad. Con el correr de la noche, los ataques se hacen más fuertes”, relató el periodista.
Al salir de allí, vio la mezquita envuelta en una gran nube de humo y polvo. En la calle se encontró con una anciana. “Me preguntó si Israel piensa que está en el medioevo y no en el año 2009. Entonces, dijo irritada, por qué continúa bombardeando con precisión las mezquitas, como si se hubiese concentrado en una guerra santa personal contra los lugares santos del Islam en Gaza”, escribió Arrigoni.
En total, fuentes médicas palestinas estiman que al menos 30 personas murieron antes del inicio de la invasión terrestre, lo que eleva el saldo de muertos a 650 y más de 2300 heridos.
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