Aprovechando una audiencia diplomática formal, Irán le envió un mensaje directo al nuevo gobierno de Estados Unidos. El presidente Mahmud Ahmadinejad repitió en público que su país “está preparado” para colaborar con Estados Unidos en la resolución de los problemas que acucian al mundo siempre que exista un cambio de actitud.

La frase fue pronunciada durante una audiencia concedida a la nueva embajadora de Suiza en Teherán, Livia Le Agosti. Suiza representa los intereses norteamericanos en Irán, ya que los dos países van a cumplir treinta años sin relaciones diplomáticas directas. De hecho, ni Irán ni Estados Unidos tienen siquiera secciones de intereses en las embajadas amigas que los representan.

Ahmadinejad insistió con que la única condición para que haya un acercamiento entre ambos países es que “debe antes prevalecer un ambiente de respeto y confianza mutuo. La República Islámica de Irán está preparada para dar la bienvenida a cambios reales y correctos en el seno de la nueva administración norteamericana y cooperar para resolver los grandes problemas globales desde un ambiente limpio y de mutuo respeto”, dijo el presidente, que fue citado por la prensa local.

Estados Unidos e Irán rompieron relaciones de una manera particularmente traumática durante la revolución islámica que derrocó a la monarquía del sha Mohamad Reza Pahlevi. Una facción de estudiantes islámicos tomó el gran campus de la embajada norteamericana en Irán y tomó como rehenes a docenas de diplomáticos, que terminaron enfrentando un largo cautiverio.

La toma de la embajada fue resultado directo de la intervención norteamericana de 1953, cuando un golpe militar planeado y ejecutado por la CIA derrocó al gobierno democrático de Mohammed Mossadegh. El paso siguiente fue la restauración de la monarquía que, a ojos de los nacionalistas y luego de los religiosos, quedó indeleblemente manchada por su relación con Washington.

De manera elíptica, el actual presidente, Ahmadinejad, tocó el tema en su discurso ante la diplomática suiza al decir que “la era de los países que acosan” a otros ya terminó. Es más, para el iraní, los países “acosadores” tienen hoy “una oportunidad de oro para cambiar sus conductas”.

Esto es porque “hoy el uso de la fuerza es inaceptable en las relaciones internacionales. Los poderes arrogantes deben aceptar los derechos y los requerimientos de la grande y civilizada nación iraní”, como subrayó el mandatario. Ahmadinejad señaló que “los errores de la administración Bush deben servir de lección”.

La señal del presidente iraní es lo suficientemente ambigua como para no dejar en claro cómo se está definiendo la interna política en el peculiar gobierno iraní. La asunción de Barack Obama, que ofreció esta semana “tender la mano a Irán si Irán abre el puño”, disparó una visible pelea entre duros y blandos. Tras décadas de enfrentamiento sin matices y de ser declarados parte del Eje del Mal, los duros se acostumbraron a la situación y no confían en Wa-shington. Tampoco confían realmente en las verdaderas razones de los que aparecen ahora como dialoguistas, en muchos casos opositores o casi. Para complicar más las cosas, por detrás del gobierno formal de Irán, votado y rotativo, está el estamento permanente de los religiosos que “custodian” la revolución.