EL MUNDO
› LA ESCALADA BELICA LLEGO A LA CAPITAL COLOMBIANA
¿De qué tregua están hablando?
Las FARC colombianas serían las responsables de un ataque con bomba en el sur de Bogotá, que dejó cinco muertos. El hecho se enmarca dentro de una extensión de la guerra a las ciudades.
El último acuerdo entre las FARC y el gobierno colombiano contempla una fecha límite del 7 de abril para llegar a un acuerdo de cese del fuego y el fin de los secuestros por los insurgentes, pero estos últimos parecen manejar un cronograma propio. Cuatro policías y una niña murieron ayer por la explosión de una potente bomba en un restaurante del sur de Bogotá, en un ataque atribuido por las autoridades a la principal guerrilla izquierdista, que extendió su ofensiva a la capital de Colombia. La policía precisó que el estallido de una bomba de 10 kilos de dinamita, oculta en una bicicleta repartidora de alimentos, se registró frente a un cuartel policial ubicado en el barrio Fátima, un sector obrero del sur de Bogotá, ciudad de siete millones de habitantes. “Hubo una explosión. Murieron cuatro policías y una niña de cinco años cuyo cuerpo quedó completamente destruido. Los terroristas utilizaron una bicicleta usada para repartir pan y un temporizador”, dijo a los periodistas el director operativo de la policía, general Jorge Enrique Linares.
Catorce personas resultaron heridas por la explosión y fueron llevadas a diferentes hospitales de Bogotá. El ministro de Defensa Gustavo Bell atribuyó el ataque a un comando urbano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que mantiene una escalada de hostilidades en todo el país. “Es una continuación de la escalada terrorista de las FARC y una vez más la demostración de la falta de argumentos y la falta de convocatoria política que tiene esa guerrilla”, dijo Bell a periodistas en la ciudad de Armenia. El cuerpo de uno de los policías muertos quedó tirado en la calle y fue cubierto con una sábana blanca que se manchó con sangre. El cadáver de la niña, que fue tapado con una manta, quedó bajo un vehículo de la policía que fue averiado por el estallido. Un libro de matemáticas, que al parecer llevaba en sus manos la escolar, quedó a un metro de su cuerpo. Anteayer, Raúl Reyes, vocero de las FARC, había desmentido que su organización fuera a cesar la lucha, y los temores de precipitación del conflicto aumentaron cuando se divulgó esta semana que los guerrilleros habían derribado el viernes pasado un helicóptero civil antinarcóticos contratado por el Pentágono que monitoreaba la fumigación de cultivos de coca en el sur del país. El piloto logró escapar sano y salvo.
“Yo estaba en la oficina de la parte de atrás cuando escuché la explosión. Vi dos policías muertos sobre las mesas y gente corriendo saliendo del lugar”, dijo llorando José Calderón, de 34 años, dueño del restaurante. El estallido, que se registró a la hora del almuerzo, destruyó los vidrios de decenas de edificaciones en unos 300 metros a la redonda. Esquirlas de vidrios, ladrillos y otros materiales de construcción quedaron esparcidas en el lugar. La puerta del restaurante, en el que a diario almorzaban varios policías, fue desprendida de su sitio por la potente explosión. Decenas de uniformados fuertemente armados rodearon la zona del atentado. Minutos después, la policía descubrió y desactivó otra bomba de similares características frente a un cuartel de la policía del occidente de Bogotá.
Se trata de la primera bomba que estalla en la capital colombiana desde mayo de 2001, cuando la explosión de dos artefactos frente a la Universidad Nacional dejó cuatro muertos. Colombia, país de 40 millones de habitantes, afronta un conflicto interno de 38 años que enfrenta a rebeldes, escuadrones paramilitares de ultraderecha y las fuerzas de seguridad del Estado. La confrontación, la más prolongada del hemisferio, dejó 40.000 personas muertas en la última década, la mayoría civiles.
Las FARC, el grupo rebelde más antiguo y numeroso del hemisferio con 17.000 combatientes, lanzaron esta semana una escalada de ataques en todo el país, principalmente en los alrededores de Bogotá. En el marco de esa ofensiva han derribado torres de energía, atacado patrullas de las fuerzas armadas e intentaron dejar sin agua a Bogotá con un sabotaje al principal embalse de la ciudad. La guerrilla ordenó recientemente a sus combatientes trasladar la guerra a las grandes ciudades.