Lun 04.11.2002

EL MUNDO

Un misterio para lo que queda del mandato de Bush

En medio de un ambiente apático, nadie se atreve a pronosticar los resultados de los comicios legislativos de mañana en Estados Unidos.

Por Matthew Engel*
Desde Washington

Ayer, el presidente Bush condujo una tempestuosa gira proselitista en zonas decisivas y desplegó más energía y pasión que en su relajada campaña presidencial de hace dos años. Empezó en Florida, donde ayudó en la campaña de su hermano Jeb para ser reelecto gobernador y luego voló a cuatro distritos clave en el medioeste. Para hoy tiene planeado un cronograma similar y luego viajará a su rancho texano donde votará mañana. A pesar de que en estas elecciones la presidencia no está en juego, los resultados obtenidos pondrán el tono para los próximos dos años, antes de que Bush enfrente a los votantes en el 2004. Su gira de mañana es crucial para conseguir la autoridad que necesita para librar la guerra en Irak, especialmente si tiene que hacerla sin apoyo de la ONU. Pase lo que pase, se espera que los republicanos obtengan los mejores resultados de un partido gobernante en una elección de mitad de mandato desde 1962, cuando John F. Kennedy era presidente.
Se juegan las 435 bancas de la Cámara de Representantes, 34 de los 100 escaños del Senado y 35 de las 50 gobernaciones estatales, más miles de cargos locales. Tradicionalmente, a esta altura, los presidentes siempre fueron azotados por votos castigo. Le pasó a Ronald Reagan en 1982 y -espectacularmente– a Bill Clinton en 1994. De todas formas, esta vez los demócratas sólo tienen débiles esperanzas de volver a ganar el control de la Cámara de Representantes que perdieron ese año, aunque sólo necesitan ganar seis escaños. Sí esperan victorias importantes en las gobernaciones, pero la pelea por el control del Senado, actualmente a manos de los demócratas por apenas una banca, continúa sorprendiendo a los expertos. “Por primera vez en 30 años, no tengo la menor idea sobre qué partido ganará el Senado”, afirmó el analista político Charlie Cook.
La confusión reina en Minnesota, donde dos encuestas produjeron resultados contradictorios para el ex vicepresidente Walter Mondale, de 74 años, que volvió al ruedo como candidato demócrata luego de la muerte del senador Paul Wellstone en un accidente aéreo hace 10 días. Uno de los dos diarios más importantes de ese estado, el Star Tribune, aseguró que Mondale tiene cinco puntos de ventaja. Su rival, el Pioneer Press, lo puso con seis puntos de desventaja. La compasión por los demócratas en Minnesota ha sido disipada por el acto en memoria de Wellstone del martes pasado, que se transformó en un acto proselitista. Su oponente republicano, Norm Coleman, gana puntos por su dignidad ante una situación imposible. Está previsto que hoy tenga un debate crucial con Mondale. De todas maneras, las esperanzas son escasas para Bill McBride, el rival demócrata de Jeb Bush en Florida. Este último resurgió en las encuestas, luego de una actuación floja en el debate del mes pasado.
El presidente y su predecesor, Bill Clinton, estuvieron en Florida el fin de semana pasado. Clinton fue más dinámico que nunca al urgir a los demócratas a votar. “Si no lo hacen por lo que pasó la otra vez, es como si les robaran su voto dos veces”, le dijo a una multitud enfervorizada en Miami, antes de meterse en un café, desde donde tiró besos por la vidriera. Sin embargo, sigue la controversia sobre cómo la artimaña clintoniana de galvanizar el voto de su partido fue superada por un efecto negativo en los votantes del norte conservador del estado.
A nivel nacional, una encuesta del New York Times y CBS, aclaró muy poco el panorama. De todas formas, dos aspectos preocupan a los demócratas. Entre los votantes “probables”, el 47 por ciento dijo que votaría a los republicanos en las elecciones parlamentarias y apenas un 40 por ciento dijo que lo haría por los demócratas. Cuando se les preguntó qué partido tiene “un plan claro para el país”, el 42 por ciento eligió a los republicanos y sólo el 31 por ciento a los demócratas. El misterio es saber cuáles de los votantes probables van a convertirse en reales. “El resultado lo es todo. No hay pronósticos”, dijo ayer el encuestador John Zogby. Apenas la mitad del electorado se molestó en votar en la últimaelección presidencial y una encuesta a mitad de mandato puede atraer todavía a menos votantes.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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