En Paraguay, la paternidad de Fernando Lugo hizo mucho ruido. Luego de que el presidente y ex obispo admitiera el lunes ser el padre de un niño de dos años concebido cuando aún era religioso, el tema se convirtió en el principal asunto de discusión pública en el país.

Temprano por la mañana, el presidente de Paraguay envió a su abogado, Marcos Fariña, a que oficializara el reconocimiento del niño Guillermo Armindo Carrillo a una sede del Registro Civil, logrando así desactivar un primer frente de conflicto, ya que la madre, Viviana Carrillo, informó horas después a través de sus abogados que desistía de la demanda judicial presentada contra el jefe de Estado ante el juzgado de la Niñez y Adolescencia de la sureña ciudad de Encarnación.

Pero la demanda de la madre fue todo lo que Lugo logró contener.

Desde la Iglesia llovieron las primeras críticas. La Conferencia Episcopal Paraguaya pidió perdón por los actos de sus miembros y señaló que deberá trabajar para recuperar la confianza de los ciudadanos. “Pedimos perdón por los pecados de los miembros de la Iglesia, tanto pastores como fieles”, expresó el comunicado de la jerarquía eclesiástica. “Sabemos que llevará tiempo reconstruir una imagen que ha sido dañada”, agregó el texto.

Los dirigentes de la oposición, a su turno, cargaron con todo. “Lugo ha roto su compromiso eclesial, por una parte, y su compromiso con el pueblo, por otra”, afirmó José López Chávez, diputado del partido Unión Nacional de Ciudadanos Eticos, tercera fuerza política del país.

Carlos Soler, del minoritario Partido Patria Querida (PPQ), advirtió que el ex obispo se expone a un juicio político, ya que durante su campaña rechazó varias veces la paternidad que le atribuyeron sus adversarios.

Mientras tanto, el hermano del presidente, Pompeyo Lugo, contó en una entrevista publicada por el diario paraguayo ABC Color, que Lugo ya anhelaba cuando aún era sacerdote dejar el hábito y tener hijos. “Mi hermano soñaba cuando era un joven sacerdote con dejar la Iglesia a los 55 años, casarse y tener hijos”, reveló. “Es parte de la naturaleza querer amar y ser amado”, explicó.