EL MUNDO › AUNQUE LAS TROPAS DEL KREMLIN NO SE RETIRAN
› Por Shaun Walker *
La guerra de diez años de Rusia en Chechenia llegó a un simbólico fin ayer, cuando levantaron las restricciones que etiquetaban a la región como “zona de operación antiterrorista”. Los observadores saludaron la decisión, diciendo que las restricciones habían permitido que un amplio abuso en derechos humanos tuviera lugar en Chechenia, pero también aumentó las inquietudes por la cantidad de poder concentrado ahora en las manos del presidente Ramzan Kadyrov.
“Estamos muy satisfechos”, afirmó Kadyrov a la agencia de noticias Interfax. Dijo que el fin de las medidas especiales estimulará el crecimiento económico. El fin oficial de la operación antiterrorista de Rusia en su problemática república del sur podría ver retirarse hasta veinte mil soldados de la región y también aliviar las restricciones sobre conexiones de transporte y acceso a los medios. Significativamente saca algunas de las últimas medidas federales que impidieron que el ex combatiente rebelde Kadyrov gobernara la república como él quería. “La escena está ahora preparada para una dictadura completa de Kadyrov”, dijo Alexei Malashenko, un experto checheno en el Moscow Carnegie Centre.
Rusia libró una brutal guerra con los rebeldes chechenos entre 1994 y 1996, y como resultado el pequeño territorio montañoso ganó una independencia de facto de Moscú. Pero la anarquía y la violencia continuaron y en 1999, con la creciente influencia de los militantes islámicos, las tropas rusas volvieron a entrar en la república.
Pacificar a Chechenia se convirtió en el principal objetivo de Vladimir Putin, quien asumió la presidencia rusa en 2000, prometiendo perseguir a los terroristas para “que se pudran en las cárceles”. En 2003, con la guerra ganada pero con los separatistas todavía escondidos en las montañas, Chechenia era todavía un lugar peligroso y violento. Entonces Moscú se embarcó en una nueva estrategia y Akhmat Kadyrov se convirtió en presidente de la república. Cuando fue asesinado por una bomba en Grozny en 2004, su hijo Ramzan se convirtió en la persona más poderosa de la república y para 2007, cuando cumplió 30 años, se convirtió en presidente de la república.
Kadyrov se ganó el apoyo de muchos chechenos por la relativa paz y estabilidad que trajo a la región. Con dinero de Moscú reconstruyó Grozny y, aunque hay una gran pobreza en la región, la vida es más estable y próspera que en cualquier momento de los últimos quince años. Sin embargo, el régimen de Kadyrov fue acusado de abuso de los derechos humanos y tortura, y un alarmante número de sus opositores, muchos de ellos ocultos en el exterior, han sido asesinados. Que el líder checheno, a pesar de todo esto, haya podido persuadir a Moscú de que levantara las restricciones muestra cuánta influencia tiene con el Kremlin, y especialmente con el primer ministro y ex presidente Putin.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: C.D.
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