Sáb 15.08.2009

EL MUNDO  › URIBE Y CALDERóN SELLARON UNA ALIANZA MILITAR CON EE.UU.

Para avalar el desembarco

Uno, Calderón, llamó a evitar el aislamiento de Colombia y, tras conversarlo con Obama, apoyó el despliegue militar estadounidense en Colombia. El otro, Uribe, apoyó la decisión del presidente mexicano de militarizar la lucha antidroga.

› Por Gerardo Albarrán de Alba

Desde México, D. F.

En medio de una escalada diplomática y armamentista entre Colombia y Venezuela, el presidente mexicano Felipe Calderón aseguró que el fin de semana pasado en Guadalajara, el presidente de Estados Unidos Barack Obama “fue muy enfático al señalar que, contrario a lo que se ha señalado, no hay pretensión de Estados Unidos de establecer nuevas bases militares o algo así, como se ha afirmado en algunos puntos de opinión pública internacional”.

Calderón aclaró que no conoce el tema en detalle, porque repitió lo que el presidente colombiano Alvaro Uribe le había dicho en privado para desmentir al mundo: sólo es “un acuerdo que data de muchos años y que periódicamente se revisa y se actualiza conforme a las ocupaciones y preocupaciones en materia de seguridad que tienen ambos países”.

Sus declaraciones sucedieron a la cumbre del fin de semana en Bogotá, donde los gobiernos de México y Colombia celebraron un acto simbólico de apoyo mutuo bajo el manto del financiamiento de la Casa Blanca.

Mientras Estados Unidos despliega a la IV Flota en aguas del Atlántico y el Caribe, listo para instalarse en siete bases militares colombianas, y el gobierno de Venezuela realiza millonarias compras de armamento y suscribe acuerdos militares con Rusia y China, Calderón respaldó la instalación de bases militares estadounidenses en Colombia y abogó porque el resto de Sudamérica no aísle al gobierno de Uribe.

En respuesta, el mandatario colombiano alabó la “determinación y heroísmo” de Calderón para enfrentar al narcotráfico. Quid pro quo entre los dos principales gobiernos latinoamericanos de derecha.

La visita de Calderón el miércoles y jueves pasados marcó el posicionamiento de su administración en torno del debate sobre la presencia militar estadounidense que ha dividido a Latinoamérica.

Colombia prestará su territorio a Estados Unidos para que instale siete bases militares para desplegar aviones y buques de guerra, sofisticado equipo de intercepción y al menos 800 soldados y 600 asesores civiles. Así, Washington tendrá capacidad para realizar en 10 minutos una operación bélica en Venezuela o Ecuador. Aunque el presidente colombiano Alvaro Uribe argumenta que el objetivo de estas bases es combatir al narcotráfico y al terrorismo, los países de la región expresan sus reservas o, de plano, no le creen.

La presión de Venezuela, Ecuador y Bolivia contra el acuerdo forzó a Uribe a realizar una gira relámpago por siete países, entre el 4 y el 6 de agosto, para explicar a sus presidentes los alcances del acuerdo con Estados Unidos. La correría de Uribe logró el apoyo de Perú y la imparcialidad de Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, pero no evitó la recriminación de Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador.

En tanto, Venezuela invirtió unos 15 mil millones de dólares en armamento entre 2000 y 2008. Rusia se convirtió en el principal proveedor de armas del gobierno de Hugo Chávez a partir de que Washington le restringió la venta de equipo militar en mayo de 2006. Venezuela firmó también un convenio con China, su segundo socio comercial, para la compra de radares de defensa aérea que, según Chávez, harán más eficiente la lucha contra el narcotráfico.

Por su parte, Uribe confirmó que asistirá a la reunión de emergencia convocada en la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) el próximo 28 de agosto en Bariloche para explicar los alcances del acuerdo. Brasil ha pedido que Obama también vaya e informe a los mandatarios sobre el acuerdo.

Calderón se montó en la versión estadounidense para celebrar la presencia militar norteamericana en Colombia para el combate al narcotráfico y el terrorismo, porque el crimen organizado tiene claramente un comportamiento transnacional, continental y actúa de manera organizada y coordinada desde Colombia hasta Estados Unidos, dijo.

Poco convencido, ofreció mediar en los diferendos diplomáticos entre Colombia, Venezuela y Ecuador desde el Grupo de Río que encabeza México temporalmente. Eso sí, siempre y cuando las partes lo acepten, “porque no queremos tener intromisión donde no debemos hacerlo”. De hecho, dijo, la solución del conflicto depende “más bien de las partes, que de la presencia de un tercero”.

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