EL MUNDO › EN FRANCIA, EL BIEN POSICIONADO PARTIDO ECOLOGISTA BUSCA “CAMBIAR LA IZQUIERDA Y DESAFIAR A LA DERECHA”
La aritmética de las urnas es favorable a EuropaEcología. El movimiento no sólo quedó muy cerca de los socialistas sino que ganó allí donde antes éstos reinaban. Su consigna es desafiar a todas las fuerzas políticas tradicionales.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Hay hombres que nunca abdican y movimientos políticos que nacen y crecen con la solidez de esa convicción. El partido ecologista Europa-Ecología, cuyo principal animador es Daniel CohnBendit, el líder de las revueltas estudiantiles de mayo de 1968, organizó este verano europeo una amplia ofensiva destinada a aspirar el electorado de sus adversarios políticos, tanto a la izquierda como a la derecha. La divisa estival presentada por el ecologista consiste, según la expresión del mismo Daniel Cohn-Bendit, “cambiar la izquierda y desafiar a la derecha”. La ambición, para un partido verde, podría aparecer ilusoria. Sin embargo, las urnas respaldaron ese proyecto cuando, en las elecciones para el Parlamento europeo de junio pasado, Europa-Ecología obtuvo 16,2 por ciento de los votos y quedó a así a dos centímetros del Partido Socialista Francés, 16, 8 por ciento.
Europa-Ecología es un movimiento mixto en cuyo seno cohabitan desde Cohn-Bendit, una ex jueza anticorrupción y el campesino José Bové, conocido por su defensa del Roquefort, los destrozos que hizo en los McDonald’s y, posteriormente, por su cruzada contra la globalización. En ese curioso sistema híbrido Daniel Cohn-Bendit es el alma combativa. El diputado europeo asegura que no persigue ninguna meta personal más allá de la acción ecológica. Cohn-Bendit dijo a la prensa francesa que al final de su mandato de europarlamentario, cuando cumpla 68 años, hará una fiesta para celebrarlo y que luego hay que “dejarles espacio a los jóvenes”. Una historia de cifras que se combinan: líder del Mayo del 68, retirado a los 68 años. De aquí a esa fecha, la consigna es el desafío a todas las fuerzas políticas tradicionales que han integrado a la ecología como un caballo de batalla necesario sin poner en circulación cambios fundamentales. CohnBendit reconoce que, aunque es consciente de la necesidad de una transformación, la sociedad aún no está preparada para ello: “la transformación ecológica pasa por la transformación de nuestros modos de vida. Deberemos consumir menos, circular en auto más despacio. Pero es necesario que sea un cambio consentido libremente”.
Por ahora hay un horizonte electoral cercano y se trata de alcanzarlo en las mejores condiciones posibles. En marzo de 2010 se celebran las elecciones regionales y Europa-Ecología se fijó un objetivo de 10 por ciento. Cohen-Bendit piensa que ese 10 por ciento es indispensable para que la alternativa ecológica arranque de una buena vez: “Si Europa-Ecología llega a imponerse en el paisaje político, eso obligará a los otros a debatir con nosotros sobre la transformación ecológica social de la sociedad”. Si bien la fuente de los votos está en todos los partidos, los ecologistas apuntan hacia el electorado socialista. El PS es como una institución financiera en bancarrota. Navega sin fondos de ideas, estrangulado por un aparato que pasa la mayor parte de su tiempo asfixiado por tragicómicas luchas intestinas. CohnBendit asegura que es preciso “demostrar que la lógica interna del PS no puede responder al desafío del cambio”.
La aritmética de las urnas es favorable a Europa-Ecología. El movimiento no sólo quedó muy cerca del PS sino que, además, ganó allí donde antes los socialistas reinaban sin adversarios sólidos. Europa-Ecología ganó en casi todos las grandes ciudades y en 8 departamentos metropolitanos. Daniel Cohn-Bendit pone sobre la mesa un proyecto con tintes novedosos y de largo alcance. No se trata de fabricar un partido para ganar elecciones sino de poner en funcionamiento un sistema de galaxias interconectadas. Según explica Cohn Bendit, ésa sería la única forma de romper la lógica cerrada de la izquierda actual y llevarla al cambio. Lo que está así en juego es llevar a la práctica una suerte de “ecología social” que funcione mediante redes y no como un partido. En marzo próximo, las urnas dirán una vez más si la sociedad respalda ese proyecto.
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