EL MUNDO › QUIERE CONVENCER A LOS GOLPISTAS HONDUREñOS
Lo último que se pierde en la OEA es la esperanza. El secretario general José Miguel Insulza pidió ayer, por enésima vez, paciencia y más tiempo para convencer a los golpistas hondureños. “Todavía hay un clima para buscar algunos últimos esfuerzos”, aseguró el diplomático chileno en el informe que presentó ante el Consejo Permanente del organismo. Repasó las reuniones que mantuvo junto a la delegación de cancilleres latinoamericanos el lunes y el martes de esta semana, e intentó convencer a los embajadores del hemisferio de que la misión no fracasó. “Creo que queda margen, cada vez más estrecho”, prometió. Con el mismo tono optimista, anunció que el presidente derrocado Manuel Zelaya participará de la próxima sesión de la OEA en Washington el próximo lunes o martes.
Insulza puso un nuevo plazo a las negociaciones con los golpistas, que desde hace casi dos meses gobiernan con mano dura y censura al pequeño país centroamericano. El 1º de septiembre, el día en que oficialmente comienza la campaña de cara a las elecciones generales de noviembre próximo, es el nuevo día D. Las razones sobran. Por un lado, las organizaciones sociales y sindicales que lideran la resistencia popular ya anunciaron que boicotearán los comicios y algunos incluso advirtieron que radicalizarán la lucha contra la dictadura. “Hay bastante temor de que al comenzar la campaña los grupos en contra del golpe se activen fuertemente”, informó Insulza al pleno de embajadores.
El otro temor que arrincona a la OEA es qué pasará con el gobierno que sea electo en las urnas, pero producto de una campaña plagada de violaciones a los derechos humanos y censura explícita a los medios de comunicación, dos situaciones que la Corte Interamericana de Derechos Humanos confirmó la semana pasada. Según advirtió ayer el embajador brasileño ante la OEA, Ruy Casares, el organismo ya aplicó la Carta Demócrata y suspendió a Honduras; no podrá dar marcha atrás si antes de las elecciones de noviembre no se restablece el orden constitucional y se restituye a Zelaya en la Presidencia.
Además, agregó Insulza, varios países de la región adelantaron que no reconocerán a un gobierno surgido de un proceso electoral controlado por una dictadura. “Le dijimos a (Roberto) Micheletti que era equivocado pensar que el problema se iba a terminar con las elecciones”, explicó. Sin embargo, el diplomático reconoció que los comicios estaban convocados desde antes del golpe, por lo cual es muy difícil para la OEA posponerlos. “El nuevo presidente de Honduras, que ojalá sea elegido de la manera más normal posible, va a asumir el día que le toque en enero”, señaló, resignado.
Desde Tegucigalpa, Micheletti, el presidente de facto, coincidió con Insulza y aseguró que el Acuerdo de San José, diseñado por el presidente costarricense y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, no murió con su última negativa. “Vamos a seguir en este trabajo en el marco del Acuerdo de San José”, prometió el dictador, quien envió nuevamente a una delegación a Washington para seguir las negociaciones.
Micheletti se guardó las amenazas y las advertencias que había lanzado, con muy poca diplomacia, el martes cuando los cancilleres, entre ellos el argentino Jorge Taiana, e Insulza lo visitaron en el Palacio de Gobierno. Para los zelayistas, el presidente de facto está intentando ganar tiempo. Aunque las negociaciones continúan, la OEA demostró, otra vez, que no tiene fuerza suficiente para torcer el brazo de los golpistas. Según deslizó Insulza, lo que más temen los golpistas hondureños son más sanciones, especialmente de Estados Unidos. “Lo que más nos decían era: ‘¿Por qué nos quieren hacer eso?’. Les preocupa”, comentó.
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