Lun 28.09.2009

EL MUNDO  › LA CANCILLER ALEMANA OBTUVO LA REELECCIóN TRAS EL COLAPSO DE SUS ANTIGUOS SOCIOS SOCIALDEMóCRATAS (SPD)

Merkel más los liberales, el sueño de la derecha

Angela Merkel, líder de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), seguirá a la cabeza del gobierno, aliada a una plataforma neoliberal. La Izquierda con su 12 por ciento es la que más votos le sacó al SPD. También avanzaron los Verdes.

› Por Matti Steinitz

Desde Berlín

No hubo grandes sorpresas, sólo algunos resultados que salieron más drásticos de lo esperado. Como estaba previsto, Angela Merkel de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) seguirá a la cabeza del gobierno por los próximos cuatro años. “Estoy muy orgullosa de este resultado”, dijo la canciller al ver el 33,8 por ciento de los votos que obtuvo su partido, un punto de vista interesante teniendo en cuenta que solamente una vez en la historia de la República Federal la CDU salió con menos votos de una elección nacional. El triunfo que el campo centroderechista celebraba anoche no se basa en la fuerza de Merkel –la CDU perdió 1,4 por ciento con respecto a las últimas elecciones–, sino en el resultado abrumador de los liberales del FDP, partido con agenda estrictamente neoliberal. Con el 14,6 por ciento que obtuvieron –ganan casi 5 por ciento– aseguraron la posibilidad de formar una coalición de gobierno de centroderecha, lo que era la meta principal de CDU y FDP. Así se terminan cuatro años de “grandes coalición” entre la CDU y los socialdemócratas del SPD, los dos gran partidos tradicionales de la política alemana. Fue una coalición de rivales que ninguno de los dos quiso, marcada por una desconfianza profunda y una cierta paralización.

El gran perdedor del día es Frank Walter Steinmeier, el candidato del SPD. Aunque ya se sabía que no tenía chances de ganar esta elección y de que su misión consistía meramente en alcanzar un resultado más o menos presentable, las dimensiones de la derrota que sufrió el partido son históricas. El 22,9 por ciento de los votos que recibió es el peor resultado en la historia del SPD: el partido está en el piso. Con respecto a las elecciones anteriores perdió 11 por ciento, una pérdida jamás registrada por un partido en las elecciones nacionales de Alemania. “Me gustaría mucho más estar sentado en la silla de los ganadores en este momento”, dijo Steinmeier cuando le preguntaron cómo se sentía, y por primera vez en los últimos meses sonaba bastante convincente.

Y la verdad es que su silla está poco cómoda en este momento. Tiene que explicar por qué eligió una estrategia tan poco ofensiva en la que las diferencias con la CDU fueron poco distinguibles. Aunque el candidato obviamente fue parte del problema, todos saben que las causas de esta paliza están más allá de eso. Durante el gobierno de Gerhard Schröder (SPD), de 1998 hasta 2005, los socialdemócratas implementaron una serie de reformas neoliberales bajo el lema “Agenda 2010”, que significaron un quiebre con sus votantes tradicionales, los trabajadores. Desde entonces el partido está pasando por una crisis profunda. No sólo está perdiendo los votos, también se le van los miembros (40 por ciento en los últimos años) y los aliados tradicionales, los sindicatos, que en campañas anteriores siempre habían movilizado de manera masiva para votar al SPD. Esta vez no querían expresar la tradicional recomendación de votarlos a sus miembros, porque ya no se ven representados por este partido. Según los primeros resultados, gran parte de los ex votantes del SPD simplemente se quedó en casa (contribuyendo así a la tasa más baja de participación electoral en la historia de la RFA, 72 por ciento). Muchos también votaron por los Verdes o la Izquierda, dos de los llamados “partidos chicos”, que nunca habían estado tan fuertes como esta vez.

La Izquierda, con su 12 por ciento, es la que le sacó más votos al SPD. El partido es producto de una reciente unificación de sindicalistas, socialdemócratas decepcionados y varios grupitos de izquierda radical de Alemania Occidental con los sucesores del viejo Partido Comunista de la Alemania Oriental, que siguen muy fuertes en el este. Su líder, Oskar Lafontaine, fue uno de los protagonistas más carismáticos del SPD en los años ’80 y ’90, y contribuyó en gran parte al triunfo de Gerhard Schröder sobre Helmut Kohl (CDU) en 1998. Tras sólo cuatro meses como ministro de Finanzas en el gobierno de Schröder, renunció a todos sus cargos por no estar conforme con los mencionados proyectos de reforma. El ala izquierda del SPD quedó sin cabeza y el partido quedó traumado del paso abrupto y totalmente inesperado, y parece que hasta el día de hoy no se ha recuperado del choque. Después de unos años, Lafontaine volvió a la política como jefe de una agrupación que articulaba los protestas contra las reformas de Schröder. Lafontaine fue uno de los arquitectos de la unificación de este grupo con el partido de los ex comunistas en Alemania Oriental. Se trata de un proyecto de izquierda a nivel nacional que se ha convertido en la pesadilla del SPD y Lafontaine parece ser el fantasma que los persigue. Ahora que la Izquierda comparte el papel de oposición con el SPD va a haber una fuerte competencia sobre quién es el adecuado para llevar la bandera de la justicia social, tema principal de ambos partidos.

Los Verdes (10,7 por ciento) salieron con el mejor resultado de su historia, pero aun así no pudieron cumplir con sus metas principales: llegar a ser la tercera fuerza en el Parlamento y evitar una coalición de CDU y FDP. Ahora salieron quintos y con la victoria de la centroderecha uno de sus objetivos constitutivos está en peligro: el fin del uso de la energía atómica. CDU y FDP anunciaron que querían anular las leyes respectivas que fueron implementadas bajo la coalición de SPD y Verdes (1998-2005).

Lo que asombra es el resultado del FDP, el que abrió las puertas para la coalición que se viene. Su líder, Guido Westerwelle, probablemente el futuro ministro de Exteriores, es algo como la encarnación del neoliberalismo en Alemania. Su mantra, repetido mil veces desde que se lo conoce, es “más mercado, menos impuestos”. Hay una cierta paradoja en el hecho de que, justo en tiempos en que el sistema capitalista se encuentra en plena crisis, gana el partido que más se identifica con los mecanismos que han causado el desastre y que se opone violentamente a cualquier tipo de regulación por parte del Estado. Ahora habrá que ver cómo piensan cumplir su promesa de bajar los impuestos, en un momento en el que el Estado alemán encara una deuda de 100 billones de euros.

Aunque dice estar muy contenta con el resultado, la canciller Merkel parecía haberse acomodado bastante bien en la “gran coalición”. Ahora que tiene un socio que está mucho más cerca ideológicamente, se vienen tiempos más difíciles para ella, ya que no va a poder seguir escondiéndose detrás del SPD, justificando su inacción con desacuerdos, como hizo muchas veces. Con la mayoría de centroderecha que tiene, va a haber presiones para implementar más medidas neoliberales. Ya no podrá jugar más el papel de “mamá de la Nación”, porque estaba basado en no hacerle daño a nadie. Y con los “mercado-radicales” del FDP, llenos de autoconfianza tras su triunfo electoral, se va a hacer bastante daño, eso parece seguro.

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