Las fuerzas de seguridad guineanas dispararon contra una manifestación contraria a la junta militar en el poder y mataron a 87 personas, señaló una fuente policial, al cabo de una jornada de represión que también dejó heridos a dos líderes de la oposición.

En total, “87 cuerpos fueron recogidos en el estadio de Conakry y sus alrededores, tras el paso de los militares”, indicó en horas de la noche un responsable de la policía que pidió el anonimato. Dos dirigentes de la oposición, Cellou Diallo y Dallein Sydia Toure, ambos ex primeros ministros, resultaron heridos durante la represión y sus casas fueron saqueadas por los militares, que “se llevaron todo”, indicaron testigos.

Diallo, candidato presidencial y dirigente de la Unión de Fuerzas Democráticas de Guinea (UDFG), contó que los militares le habían “roto dos costillas” y herido en la cabeza “a culatazos”. “Había una voluntad deliberada de eliminarnos hoy (por ayer) a los opositores”, dijo por su lado Sidya Touré, ex jefe de gobierno y líder de la Unión de Fuerzas Republicanas (UFR), que también resultó herido en la cabeza. Ambos opositores fueron llevados al campo militar Alpha Yaya Diallo, sede de la junta, y luego enviados a una clínica para ser curados.

Varias decenas de miles de personas se habían congregado en el estadio para manifestar su oposición a la eventual candidatura del jefe de la junta en las elecciones presidenciales en enero.

Tras la violenta dispersión de la manifestación por los militares, 58 cadáveres fueron trasladados a la morgue del Hospital Universitario de Conakry, afirmó un médico que pidió no ser identificado. “¡Es una carnicería! ¡Una masacre!”, exclamó.

Es la primera vez que, desde que tomó el poder hace nueve meses, la junta militar reprime de modo tan sangriento una marcha opositora.

La Federación Internacional de Ligas de Derechos Humanos (FIDH) llamó a la comunidad internacional a “reaccionar firmemente”. Francia, la antigua potencia colonial en Guinea, condenó rápidamente, “con la mayor firmeza”, la “violenta represión”, al tiempo que Estados Unidos se declaró “profundamente preocupado”.