Mar 20.10.2009

EL MUNDO  › EN TORNO DE LAS BASES ESTADOUNIDENSES EN COLOMBIA

Lula, más conciliador con Uribe

El mandatario brasileño le dijo a su par colombiano que estaba dispuesto a hallar un entendimiento. En el plano comercial hablan la misma lengua: los negocios marchan bien, con 3200 millones de dólares de intercambio en 2008.

› Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Gestos hacia el deshielo. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula de Silva, de victoriosa corbata verde, azul y amarilla (los mismos colores patrios que lució cuando Río fue electa sede de los Juegos Olímpicos de 2016) demostró ayer a su colega Alvaro Uribe estar dispuesto a hallar un entendimiento sobre las siete bases colombianas cedidas a las fuerzas armadas de Estados Unidos.

“Pienso que vamos a encontrar una solución” porque “Brasil no tiene por qué estar incómodo si el objetivo” de Colombia es que las bases sean para “protección interna”, se esperanzó Lula. Si se comparan las declaraciones de ayer con las de hace dos meses, cuando Lula y su canciller, Celso Amorim, insistían en la “preocupación” sobre las bases estadounidenses, se percibe un giro discursivo.

Pero las dudas sobre el cometido de los comandos norteamericanos apostados en la Amazonia colombiana, con radio de acción directa sobre Brasil, Venezuela y Ecuador, no fueron disipadas, según se desprende de las palabras del brasileño. “Yo confío en la palabra del presidente Uribe y confío en la palabra del presidente (Barack) Obama”, pero sería deseable que ambos “firmaran” un compromiso legal, recomendó una vez más Lula.

Hay miembros del gobierno brasileño que leen la implantación de efectivos norteamericanos en Colombia como un gesto hostil de Washington, o al menos de sectores del complejo industrial militar abroquelados en el Departamento de Defensa, hacia las aspiraciones geopolíticas brasileñas, materializadas en el acuerdo militar firmado hace un mes y medio por Lula y el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Esos mismos funcionarios brasileños, entre ellos algunos consejeros de Lula, sospechan que tanto Bogotá como Washington apuestan al fracaso del aún tambaleante Consejo Sudamericano de Defensa.

Lula reiteró ayer su apuesta en aquel Consejo, al decir que “Brasil propone que haya un Consejo de Defensa para mostrar” con transparencia los acuerdos que “Brasil tiene con Francia, con Rusia (hay conversaciones nucleares), porque no debe haber secretos en el proceso de integración que estamos creando”.

“El diálogo sincero es una garantía (...) para que no haya un solo motivo de suspicacia –devolvió Alvaro Uribe, en sintonía con el clima de camaradería propuesto por su anfitrión–. El presidente Lula conoce nuestro respeto y admiramos su liderazgo en la región, siempre acudo a él para solucionar problemas en la región y hoy le hice un pedido que no voy a revelar, pero siempre que lo llamo le doy tarea para hacer.”

“Somos un aliado sin dobleces de Estados Unidos”, pero “Colombia jamás fue un país ofensivo” hacia sus vecinos, reforzó.

En esa misma línea de procurar entendimientos, Lula anunció la reunión de países amazónicos, incluida Colombia, para armonizar posiciones respecto de la Cumbre sobre Cambios Climáticos de diciembre en Copenhague.

Las relaciones brasileño-colombianas, que han sido distantes desde los tiempos de Simón Bolívar (que recelaba del Imperio Brasileño), experimentaron un progreso ostensible los últimos años, motorizado por argumentos antes económicos que políticos.

El encuentro de ayer, con la presencia de centenas de empresarios en la Federación de Industrias de San Pablo, fue el cuarto que Lula y Uribe celebraron en Brasil. En el plano comercial ambos hablan la misma lengua: los negocios marchan bien, con 3200 millones de dólares de intercambio en 2008, y el horizonte es promisorio. Lula se comprometió a hacerlo saltar a 8000 o 10.000 millones y recomendó a Colombia que no “dependa” de un solo país, es decir Estados Unidos.

La conferencia de prensa brindada por ambos mandatarios estuvo contaminada por los enfrentamientos entre narcos y policías cariocas el fin de semana, que dejó un saldo provisorio de 21 muertos y un helicóptero policial abatido en pleno vuelo por la “artillería” del Comando Vermelho, que lleva décadas actuando en los morros.

Lula prometió mano dura contra los traficantes y coincidió con su colega en que la despenalización del consumo de drogas no es el camino para erradicar la violencia. “Vamos a limpiar la suciedad que esta gente provoca en la imagen de Brasil”, sede los juegos olímpicos en 2016 y de la Copa del Mundo de fútbol en 2014, cuya final se disputará en el Estadio Maracaná, a pocos kilómetros del Morro de los Macacos, epicentro de los combates del fin de semana.

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