Al menos 46 personas murieron y más de cien resultaron heridas ayer en Pakistán en tres atentados. Uno se produjo en la entrada de un tribunal de Peshawar, cuando un terrorista suicida se hizo estallar y mató a por lo menos a diez personas. Otras dos bombas a control remoto fueron detonadas en un mercado repleto de gente en Lahore, una delante de un banco y la otra a unos 30 metros, frente a una comisaría, causando la muerte de 36 personas e hiriendo a unas 95. Estos atentados ocurrieron en dos de las ciudades más grandes de Pakistán en una nueva jornada de la sangrienta campaña de atentados del talibán vinculados con Al Qaida. Las cadenas de televisión mostraban imágenes de negocios y restaurantes devorados por las llamas, que los bomberos intentaban apagar. Los ataques no fueron reivindicados, pero la gran mayoría de los atentados, que mataron a más de 2600 personas en menos de dos años, fueron cometidos por el Movimiento de los Talibán de Pakistán (TTP), vinculado con Al Qaida, o por grupos aliados. El ritmo de los ataques se intensificó en el último mes y medio, desde que el ejército paquistaní lanzó una ofensiva en el distrito tribal de Waziristán del Sur, principal bastión del TTP.