Desde Moscú

El gobierno ruso prometió vengarse anoche de los terroristas detrás de un doble ataque suicida en el metro de Moscú que dejó 38 muertos. Se cree que las bombas, el primero de tales ataques en Moscú en seis años, fueron detonadas por dos mujeres. Surgieron temores de una vuelta a la ola de terrorismo que barrió la capital rusa en la última década, y provocó una feroz respuesta del primer ministro ruso, Vladimir Putin, quien prometió una renovada matanza contra los separatistas chechenos de quienes se sospecha los responsables del ataque.

“Se cometió un crimen que es terrible en sus consecuencias y abyecto en su forma”, dijo. “Las fuerzas de seguridad no desperdiciarán esfuerzos para buscar y castigar a los culpables. Los terroristas serán destruidos.” La primera explosión, justo antes de las 8 de la mañana, destruyó un vagón lleno de pasajeros en la estación del metro Lubyanka, una estación muy concurrida cerca de los cuarteles del sucesor de la KGB, la FSB, a pocos minutos del Kremlin y del teatro Bolshoi. Cuarenta y cinco minutos más tarde, una segunda bomba explotó en la estación Parque Kultury, cerca del Parque Gorki.

Aunque nadie reclamó aún la responsabilidad, las autoridades rusas estuvieron reticentes para brindar detalles de su investigación. La participación de terroristas suicidas –especialmente terroristas suicidas mujeres– dejó pocas dudas sobre el compromiso de los separatistas chechenos. El jefe de FSB, Alexander Bortnikov, dijo anoche que fragmentos de los dos cuerpos de los terroristas habían sido examinados y parecían ser de la región del norte del Cáucaso. El ataque sucede dos meses después de que el líder rebelde Dokka Umarov dijera a un sitio web que los apoya: “La sangre no estará más limitada a nuestras ciudades y pueblos. La guerra está llegando a las ciudades rusas”.

Los testigos que salían de las estaciones del subterráneo describían escenas sangrientas en las plataformas. “Había un hombre en particular cuya piel había sido arrancada desde la cabeza a los pies”, dijo Valery Shuverov, que volvía a su casa después de un turno de noche cerca de la estación Parque Kultury. Se decía que las bombas estaban llenas con tornillos y barras de metal cortadas. “Vi a seis o siete personas sangrando”, añadió Shuverov.

Otro testigo, Kirill Gribov, dijo que había llegado a la misma estación en otro tren justo cuando se detonaron las bombas. “Recuerdo una nube de gas saliendo del destrozado tren frente a nosotros, coloreado de rosa, quizás a causa de la sangre”, le dijo el estudiante de 29 años a The New York Times. “Algunas personas estaban con pánico, algunas quietas, pero todos nosotros de alguna manera logramos salir de la estación. Fue sólo en la calle cuando me di cuenta de lo que acababa de suceder. El servicio de celulares estaba bloqueado. No podía ni siquiera llamar a mis padres, y tuve que caminar varios kilómetros por el tráfico.”

Shuverov, que no estaba herido, describió la explosión como relativamente pequeña. “Hubo un flash y un estallido no muy grande. El único motivo por el que hubo tantos muertos fue porque había mucha gente cerca”, dijo. “Había tanta gente esperando en la plataforma que nadie se podía mover. Tomó como treinta segundos de forcejeos para que la gente pudiera salir del tren.”

El presidente ruso, Dmitri Medvedev, que dejó unas flores en la plataforma de la estación Lubyanka ayer, dijo que los terroristas eran “simplemente bestias. Los encontraremos y los destruiremos a todos”, prometió. El gobierno de la ciudad de Moscú declaró hoy un día de duelo. A pesar del horror de los hechos, Moscú reaccionó con calma, y el sistema de subterráneos estaban funcionando perfectamente al final del día.

Los gobiernos extranjeros rápidamente enviaron sus condolencias. En una declaración emitida por la Casa Blanca, Barack Obama condenó lo que él llamó un ataque “abyecto” y dijo que el pueblo estadounidense estaba unido con el pueblo ruso. El presidente de Estados Unidos llamó por teléfono más tarde a su contraparte rusa para ofrecer personalmente sus condolencias. Gordon Brown dijo estar “horrorizado” por los ataques.

El uso de mujeres jóvenes era particularmente escalofriante para un país que ya se enfrentó a esa amenaza. Los rebeldes chechenos usaron por primera vez mujeres suicidas en 2000, cuando dos mujeres se detonaron en una base del ejército ruso en Alkahn Yurt, un pueblo en Chechenia que había sido el escenario de una masacre llevada a cabo por las tropas rusas el año anterior. La explotación de mujeres vulnerables por los terroristas llamó la atención internacional con la forma del Teatro Nork Ost en 2002, cuando mujeres que llevaban cinturones con explosivos estaban entre los terroristas.

Pero hay una diferencia clave entre las mujeres de Nord Ost y las dos que se mataron y mataron a 38 personas más ayer. “Las mujeres de Nord Ost dijeron que estaban dispuestas a morir, pero ninguna de ese grupo decidió detonarse”, dijo Andrei Soldatov, editor del sitio web de la seguridad sura Agentura.ru. “Estaban muy poco preparadas para ello”.

Las “viudas negras” usadas en estas operaciones en el pasado tienden a ser jóvenes, poco educadas y en una situación vulnerable. “Han perdido a todos los hombres en sus familias o han perdido su honor o han sido descubiertas en una relación inapropiada para un hombre”, dijo Soldatov. Eso les da a los terroristas terreno suficiente para presionarlas para que se rediman.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.