Mar 30.03.2010

EL MUNDO  › FUNDAMENTALISMO ISLáMICO, SEPARATISMO Y LA BRUTALIDAD DE MOSCú

La insurgencia del Cáucaso golpea al corazón ruso

› Por Shaun Walker *

Han pasado varios años desde que la capital rusa fuera asestada por un ataque terrorista de esta envergadura. Sin embargo, los eventos de ayer trajeron a la memoria los primeros años de la presidencia del dirigente Vladimir Putin, cuando la insurgencia chechena atacó aviones, trenes y hasta un teatro en la ciudad. Los dramáticos eventos de la jornada de ayer demostraron que una década después de la promesa de Putin de persecución y arresto de los grupos terroristas, la insurgencia del Cáucaso aún cuenta con la habilidad para golpear en el corazón de Rusia.

Es prácticamente un hecho que detrás de las atrocidades en el subte citadino está el trabajo de grupos operando en Chechenia y otras repúblicas del Cáucaso Norte. El uso de mujeres suicidas, más conocidas como “las viudas negras”, empleadas en previos ataques por los rebeldes chechenos, actúan como un fuerte indicador de que los atentados indiscutidamente se vinculan con la inquieta región.

Rusia ha peleado dos guerras en Chechenia, y en los últimos años el gobierno moscovita ha alabado la paz y estabilidad traídas a la provincia bajo el hombre duro del Kremlin, Ramzan Kadyrov. A pesar de las denuncias de brutalidad y tortura realizadas contra las fuerzas de seguridad de Kadyrov, la situación en la república es ostensiblemente estable, con infrecuentes ataques terroristas.

En las vecinas regiones de Dagestan e Ingushetia, sin embargo, los ataques a la policía y a los oficiales locales ocurre a diario. Según los analistas, la violencia existente se da por una potente mezcla de fundamentalismo islámico, separatismo local y una constante reacción contra la brutalidad de las autoridades en la región, sumado a la endémica corrupción.

Aunque la conflictividad en el sur de Rusia oscila por momentos, las autoridades del gobierno han logrado mantener el terror alejado de las principales ciudades del país. Pero, en meses recientes, los separatistas han anunciado varias veces que planeaban asestar un golpe en el corazón ruso.

El líder de la insurgencia chechena, Doku Umarov, quien reclamó la responsabilidad por el atentado de bomba que descarriló al tren Nevsky Express que viajaba desde Moscú hasta San Petersburgo en noviembre pasado, advirtió en febrero último que “la guerra iba a llegar a las ciudades”.

El pueblo ruso aún espera porque los ataques de ayer hayan sido un incidente aislado, pero es difícil de prever cuánta capacidad tienen los rebeldes como para producir más atentados. Kadyrov afirmó en varias ocasiones que la insurgencia fue barrida de la región y que tan sólo algunos grupos de bandidos aún permanecen ocultos en las montañas.

Los expertos, en cambio, señalan que aunque efectivamente la insurgencia ha mermado su poder, debilitados por los brutales acosos policiales del gobierno, los altos niveles de corrupción y pobreza que azotan al norte del Cáucaso, representan un terreno extremadamente fértil para la atracción de nuevos reclutas.

La semana pasada, un alto funcionario de la armada rusa estimó que existen poco más de 500 insurgentes separatistas operando en la región norte del país. Estos rebeldes están en constante movimiento, ocultándose en los montañosos terrenos de Chechenia y en las repúblicas vecinas, donde son refugiados por familiares o seguidores de su causa.

De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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