Israel lanzó un nuevo bombardeo contra la Franja de Gaza y amenazó con una ofensiva mayor si no cesan los ataques con misiles a su territorio. Poco a poco, día a día, la escalada de violencia en las fronteras entre Israel y los territorios palestinos ocupados se vuelve más evidente. Ayer a primera hora de la madrugada, una escuadra de aviones israelíes bombardeó nueve objetivos en la Franja, algunos militares y otros en el medio de un campo de refugiados. Según médicos palestinos, tres menores de edad resultaron heridos, pero ya están fuera de peligro. El nuevo ataque recibió la condena, inmediata pero tibia, de Washington, Londres y París. Sin embargo, desde Tel Aviv no se dieron por enterados y advirtieron que no será la última vez.

Tranquilo y convencido, el viceprimer ministro Sylvan Shalom reiteró la posición inamovible del gobierno ultraconservador de Benjamin Netanyahu. “Si no cesan los cohetes contra Israel, me parece que vamos a tener que elevar el nivel de nuestra actividad e intensificar nuestras acciones contra Hamas”, adelantó el funcionario. Mientras tanto, a unos kilómetros de allí, en el corazón de Gaza, el primer ministro y actual autoridad de facto de Hamas Ismail Haniyeh le rogaba al mundo que evite una nueva invasión. “Exhortamos a la comunidad internacional a intervenir para poner fin a esta escalada y a la agresión israelí”, reclamó el dirigente, y recordó que hace poco más de un año el anterior gobierno israelí, por entonces en manos del laborismo, comenzó bombardeando antes de invadir y destruir gran parte de la infraestructura militar y civil de la Franja de Gaza.

No bien cesaron los bombardeos, el ejército israelí emitió un comunicado explicando sus acciones. La ofensiva aérea era una respuesta al lanzamiento de un cohete desde la Franja de Gaza el jueves a la noche. El misil, que no fue reivindicado por ninguna fuerza o grupo, cayó en la localidad israelí de Ashkelon y, según información oficial, sólo causó daños materiales.

Ayer la respuesta llegó en la forma de nueve ataques aéreos. Tres de ellos estuvieron dirigidos contra una zona al oeste de Khan Yunés, en el sur de la Franja. Según el ejército israelí, dos misiles impactaron en un campamento de combatientes de la rama armada del Hamas. Un cuarto ataque destruyó un taller mecánico en el campamento de refugiados de Nusseirat, en el centro de ese territorio. Los aviones israelíes sobrevolaron sobre el oeste de la ciudad de Gaza y según testigos palestinos lanzaron un misil contra una lechería, que quedó completamente destruida. La versión del ejército israelí es que en esos ataques destruyeron dos talleres y dos depósitos de armas.

En lo que va del año, al menos 40 cohetes fueron lanzados desde la Franja de Gaza al territorio israelí, 20 de ellos sólo en marzo. La escalada de las agresiones es clara. Sin embargo, fue después del ataque del 18 de marzo pasado, cuando un misil Kassam mató a un tailandés que estaba trabajando en un kibbutz, que la tensión y el miedo se hicieron evidentes para el mundo entero.

Washington, las potencias europeas y Rusia están intentando poner paños fríos y evitar un nuevo conflicto armado a gran escala. “Los israelíes tienen derecho a la autodefensa. Al mismo tiempo, como ya hemos dicho en varias ocasiones, no creemos que al final de cuentas haya una solución militar”, fue la crítica tibia que esbozó ayer el vocero del departamento de Estado, Philip Crowley. Por el momento, ni eso acepta Tel Aviv.