EL MUNDO › LOS FUNCIONARIOS DE HAMAS CONTROLAN LA ENTRADA Y SALIDA Y REPARTEN ASIENTOS EN LOS óMNIBUS
Cientos de palestinos han cruzado cada uno de los nueve días desde que Egipto anunció que abría la frontera y miles más esperan pacientemente su turno en el paso de Rafah. Denuncian a los intermediarios en Egipto y sus agentes.
› Por Donald Macintyre *
Desde Rafah
Zahra Ruhisi estaba sentada con su anciana y enferma madre en el salón lleno de gente del lado palestino del cruce de Rafah y se preguntaba cuánto tiempo debía pasar antes de que el funcionario de Hamas le diera los asientos en el ómnibus que las llevaría a través de la frontera. “Solamente lo creeré cuando esté en El Cairo”, dijo. “Porque vivo en Gaza, nunca creo en nada hasta que lo puedo tocar y sentir.”
Habían esperado en vano durante todo el día anterior para estar entre los cientos que han cruzado cada uno de los nueve días desde que Egipto anunció que abría la frontera. Ruhisi, de Deir el Balah, una zoóloga del gobierno, estaba ansiosa por llevar a su madre, que tiene las piernas y las muñecas hinchadas y doloridas, a un médico egipcio que la había tratado exitosamente antes, cuando era más fácil salir. Tuvo que ir primero al Ministerio de Salud (Hamas) para conseguir un permiso de salida y luego esperar la autorización de Egipto.
“He estado tratando de hacer esto durante dos años”, explicó. “Primero culpé a Israel (por el cierre de Gaza), pero también hay muchos responsables por este problema de la gente palestina.” Aunque Egipto abrió el cruce al comienzo del ataque letal del comando israelí sobre una flotilla pro palestina la semana pasada, aparentemente para evitar algo de la culpa por el cierre, había restringido el pasaje principalmente a estudiantes con visas para estudiar en el exterior, casos de enfermedad graves y aquellos con residencia o pasaportes extranjeros.
Uno de los principales pediatras de Gaza, doctor Adnan al Wahaidi, que tiene reputación internacional, planeaba escoltar a su mujer egipcia y a sus dos hijas para ver a su anciana suegra en El Cairo, pero se vio obligado por dos guardias de seguridad de mal carácter a esperar bajo el calor sofocante, con cientos de otros esperanzados, afuera de las puertas de la terminal durante tres horas.
“Lo hicimos, lo hicimos”, exclamó su hija mayor Hind, de 17 años, cuando finalmente llegaron al salón de partidas. “Estoy deseando ver a mi abuela, a quien no veo desde que tenía 11 años, y a todos mis parientes.” Wahaidi contó que había hecho lobby con colegas egipcios para poder obtener un permiso de entrada, y señaló que en varios años había perdido seis conferencia médicas internacionales tan lejanas como Estados Unidos y Perú por el bloqueo. Crítico de los gobiernos occidentales por no hacer más para aliviar el bloqueo, Wahaidi estaba contento respecto de que el ataque a la flotilla hubiera vuelto la atención internacional sobre el tema, pero añadió: “Me temo que la Copa Mundial haga que los problemas palestinos por el sitio tengan menos importancia en los medios”.
Mohammed Al Masri, de 42 años, un ingeniero de Beit Hanoun, estaba impaciente con la burocracia palestina esperando poder ver a su hermano en China por primera vez en doce años. “Estoy aquí desde las 2 de la tarde y pagué 80 shekels por día de pasaje durante cinco días para llegar aquí”, dijo. Pero un cargo más serio contra los intermediarios en Egipto y sus agentes lo presentó una familia. Rihan Talal, de 21 años, un estudiante desesperado por regresar a la universidad estatal del sur de Illinois, dijo que él y su tío habían rechazado un ofrecimiento de alguien que dijo que podía conseguir un permiso de entrada desde Egipto por unos 2000 a 3000 dólares. “Ya estoy pagando suficiente por mi educación”, dijo.
Preguntado por esto, Ghazi Hamad, el principal civil que supervisa los cruces, dijo: “No tengo ningún comentario. Habría que preguntarle a los egipcios”. Añadió que los funcionarios de Hamas no aceptaban “ni un shekel” de los posibles viajeros. “Está en contra de nuestra moralidad, nuestra ética.”
Hamad dijo que lamentaba que el viajar todavía estuviera restringido y añadió: “Quiero que toda la gente cruce la frontera libremente. Quiero que todos los cruces estén abiertos”. Todavía tenía que recibir una confirmación oficial de que Egipto mantendría abierto permanentemente el cruce de Rafah.
Pero por lo menos una mujer regresando de Egipto –donde su hija tuvo que quedarse por carecer de un documento que demostrara que se había casado con un palestino y por lo tanto no podía llegar a Gaza– no estaba impresionada con sus viajes. “Quiero besar el suelo”, dijo Feryal al Sinwa, de 48 años. “No hay nada mejor que Gaza. A pesar del bloqueo, Gaza es mejor que cualquier otro lugar en el mundo.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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