EL MUNDO › EL CANDIDATO OFICIALISTA, EX MINISTRO DE DEFENSA Y UNO DE LOS OPOSITORES A UN DIáLOGO CON LAS FARC
“Construiremos sobre el progreso de los últimos ocho años”, dijo el delfín de Uribe, invitando también a su rival del Partido Verde a conformar un gobierno de unidad nacional. Hubo alta abstención y hechos de violencia.
› Por Katalina Vásquez Guzmán
Desde Medellín
Santos, nueve millones de votos (69 por ciento). Mockus, tres y medio (27,5 por ciento). Para el ballottage las encuestas atinaron: el oficialismo ganó la presidencia de Colombia con cuarenta puntos de ventaja. Superando el record de Uribe, su candidato obtuvo la votación presidencial más alta en la historia de Colombia. Ataques insurgentes, decenas de militares asesinados, trece millones de sufragantes, abstención también histórica y derrota a la política independiente fueron los resultados de ayer, día de cierre de una corta, intensa y excepcional campaña para reemplazar al presidente más popular de la historia. Su elegido, como en la primera vuelta y como se esperaba para ayer, fue el triunfador. Vivas para el ejército, homenaje para Uribe y arengas contra las FARC en el espectacular evento organizado por Santos para declararse “el presidente de todos los colombianos que me apoyaron y también los que no”.
Santos, de ropa blanca como su familia, toma la mano de su esposa delgada, nariz respingada, alta, elegante como sus tres hijos rubios de mejillas sonrojadas. Familia presidencial que, bajo millones de luces y entre miles de seguidores, resplandecen por su piel y sonrisas blancas y parecen de poster norteamericano. A su lado, bien criollos, están su vicepresidente ex sindicalista, su esposa morocha y su hija de ojos indígenas. Ya en el escenario, el recién electo presidente camina hasta el micrófono. Pero no es hora. La rubia lo devuelve del brazo y, minutos después, un policía trae el discurso. Dos personajes disfrazados de campesinos lo empujan suavemente hasta el estrado. Santos, burgués, 58 años, tres veces ministro, realiza su sueño de siempre: ser presidente. Mira la multitud con un gesto de triunfador, confiado, sin nervios.
“Construiremos sobre el progreso de los últimos ocho años”, dijo el nieto de presidente, hijo de empresarios, sobrino de influyentes periodistas, primo de ministros, convidando, como en campaña, a conformar un gobierno de unidad nacional al que hasta su contrincante Antanas Mockus quedó invitado. Mockus, dijo Santos, “fue un contendiente de altura que puso a pensar a Colombia en el valor de la vida, la transparencia y la legalidad (...) No renunciaré a que usted y sus coequiperos nos acompañen a trabajar por Colombia”.
Lamentándose por los ataques de la guerrilla a soldados y policías, Santos celebró la Operación Camaleón, la Operación Jaque, la política de seguridad democrática. Ayer un grupo de militares fue emboscado por la guerrilla en la provincia de Norte de Santander, y el resultado fueron trece muertos, entre ellos seis rebeldes. Al sur, los rebeldes quemaron buses, sabotearon las elecciones, derribaron con explosivos torres de energía, balearon con francotiradores otro grupo de la fuerza pública. Las elecciones más tranquilas en los últimos cuarenta años, fue el balance del ministro de Defensa Gabriel Silva Luján. “Todos los países de la región pueden estar seguros de encontrar un aliado en mi gobierno”, dijo Santos en su primer discurso de presidente. Lucía radiante, entre músicos folklóricos de todo el país que abrieron el acto con bailes típicos y el himno nacional. Globos con los colores patrios y publicidad con su nombre en todo el coliseo El Campín. Derroche de patriotismo para celebrar que los “huevos” de Uribe continúan en poder del uribismo.
“Colombia está saliendo de su pesadilla de violencia”, gritaba el heredero rasgando la voz. “No los vamos a defraudar”. “Les ofrezco un buen gobierno, estoy comprometido con los pobres, no les fallaré, crearé empleo, generaré oportunidades para todos los colombianos.” Sarta de promesas del nuevo jefe de la Casa de Nariño para sus 9 millones 100 mil 764 electores. Mockus, sin tanta emoción, habló para los suyos apenas confirmó su derrota (ver aparte). Después se abrazó a sus partidarios, los ex alcaldes que lo apoyaron y su esposa, esperanzada en que los años que vienen el naciente movimiento verde se mantenga unido. Tres millones 586 mil personas, casi el 30 por ciento de los electores, respaldaron la propuesta del profesor Antanas Mockus.
“Que oigan los terroristas y que oiga el mundo, los seguiremos enfrentando con toda la dureza, con toda la firmeza”, pronunció enérgico Juan Manuel Santos, leyendo las líneas de un discurso de veinte páginas que, seguro del triunfo, preparó mucho antes del ballottage. El día D, domingo 20 de junio, madrugó para rezar, depositar su voto y esperar el triunfo. Confirmado de que la maquinaria política aplastó el independentismo, que Colombia está unida contra las FARC, y que la obra de Uribe quedó entre los suyos, Santos explicó cómo llegó a ganar las elecciones: “Estamos parados sobre hombros de gigantes”.
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