Mar 31.12.2002

EL MUNDO

Cuando apuntar a Estados Unidos desde Yemen se hace costumbre

En Yemen, uno de los países árabes donde Al-Qaida es fuerte, un hombre asesinó a tres médicos misioneros norteamericanos. Tras la detención, dijo que lo hizo para acercarse más a Dios.

Por Ricardo M. de Rituerto*
Desde Chicago

Tres misioneros estadounidenses que trabajaban en un hospital de Yemen fueron asesinados ayer por un “extremista islámico”, que dijo que con esas muertes esperaba acercarse más a Dios, según un portavoz del Ministerio del Interior yemení. El ataque es el último de una serie contra civiles y militares de Estados Unidos en la región y subraya la precariedad de la alianza de Estados Unidos con Yemen, tierra ancestral de Osama bin Laden, donde Al-Qaida atacó el destructor “Cole” en el año 2000 y repitió la operación contra un petrolero francés el pasado mes de octubre. En noviembre, un avión robot Predator americano mató a seis hombres relacionados con Al-Qaida en el desierto yemení y, a mediados de diciembre, barcos españoles interceptaron un cargamento de misiles Scud que Washington obligó a entregar al gobierno de Sanaa.
El agresor fue identificado como Abed Abdel Razzak Kamel, de 30 años, quien acudió por la mañana al hospital baptista de Jibla llevando en brazos, como si fuera un niño, un fusil de asalto. Una vez en el interior, se dirigió a una habitación donde el director del hospital, William Koehn, celebraba una reunión con una médica y el responsable de compras. Kamel mató a los tres en el acto y se dirigió luego a la farmacia, donde disparó e hirió en el abdomen al farmacéutico, de acuerdo con la versión proporcionada en Estados Unidos por la organización que regentaba el hospital.
Fuerzas policiales detuvieron de inmediato al asesino quien, sin ofrecer resistencia, declaró que mató a los cristianos porque quería acercarse a Dios, según la primera versión oficial. La agencia de noticias yemení informó que Kamel dijo que había planeado el ataque junto a otro militante que el sábado mató a un destacado político izquierdista. Los dos asesinos pertenecen al partido Islah, según el gobierno, pero un comunicado de Islah se distanció de lo sucedido al señalar que Kamel abandonó la militancia en el grupo por considerar que no era suficientemente activo contra Occidente y Estados Unidos. Otra fuente de Interior pareció dar la razón a Islah, tras anunciar que la policía yemení estaba intentando localizar una célula de entre cinco y ocho extremistas que se habían marcado como objetivo atacar a ciudadanos occidentales y personalidades seculares yemeníes.
Jerry Rankin, presidente de la sociedad baptista que desde hace cuarenta años trabaja con el hospital de Jibla, a unos 200 kilómetros al sur de Sanaa, reconoció que el hospital había recibido amenazas. “Las tomamos en serio”, dijo. “Hoy en día eso forma parte del ser cristiano, pero también del ser estadounidense.”
En noviembre, una misionera evangelista norteamericana que trabajaba como enfermera fue asesinada en un hospital de Sidón (Líbano) y dos soldados destacados en Kuwait fueron heridos de gravedad por un policía kuwaití. Ambos incidentes ocurrieron el día después de que el Departamento de Estado alertara a los ciudadanos estadounidenses en todo el mundo para que estuvieran atentos a cualquier posible ataque. Era una respuesta de Washington a nuevas amenazas de Osama bin Laden. En octubre, un soldado norteamericano fue muerto y otro fue herido por disparos de kuwaitíes durante unas maniobras en el emirato.
La embajada de Estados Unidos en Sanaá reiteró ayer la petición de cautela y pidió a sus nacionales que reforzaran las medidas de seguridad. Londres cerró su legación en noviembre e invitó a los británicos a abandonar el país.

*De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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