EL MUNDO › OMAR KHADR TENíA 15 AñOS CUANDO FUE CAPTURADO Y LLEVADO A GUANTáNAMO
El caso es visto como una prueba del compromiso de Obama por terminar con las injusticias llevadas a cabo en nombre de la “guerra contra el terrorismo”. Sin embargo, las desacreditadas cortes militares están en funciones.
› Por Robert Verkaik *
El hombre con barba, alto y corpulento que entró en la corte militar en Guantánamo ayer no cumplía con la descripción de “niño soldado”. Omar Khadr tenía apenas 15 años cuanto fue capturado por las fuerzas de Estados Unidos en los campos de batalla de Afganistán en julio de 2002. Maduró de adolescente vulnerable a hombre adulto mientras cumplía un tercio de su vida en la base naval en Cuba, en condiciones que han sido universalmente condenadas por el mundo exterior.
Ayer, el ciudadano canadiense Khadr fue sacado de su celda en el campo 4 de Guantánamo y llevado a través de la península a una torre de control de la Segunda Guerra Mundial que está siendo usada para su juicio –el primer juicio en Guantánamo bajo el mandato del presidente Barack Obama–. El caso es visto como una prueba del supuesto compromiso de Obama por terminar con las injusticias y los abusos llevados a cabo en nombre de la “guerra contra el terrorismo” de Estados Unidos. Pero el mismo hecho de que las desacreditadas comisiones militares todavía estén en funciones es una clara evidencia de que a Obama le falta la voluntad política para cumplir con su promesa por los derechos humanos.
Escoltado por guardias de la marina de Estados Unidos, Khadr fue llevado a través de los alambrados de púas a las torres de control de Camp Justice. Poco después de las 9 de la mañana, apareció con dos soldados tomándolo de cada brazo por una puerta lateral de la corte. Khadr, sin esposas y vestido con una gran remera blanca y anchos pantalones blancos, avanzó torpemente hasta que fue ubicado en su asiento por tres guardias, cerca del abogado de su familia, el canadiense escocés Dennis Edney, y a dos asientos de su abogado nombrado por la comisión militar, el coronel Jon Jackson. Se sentó tranquilo inclinado sobre sus papeles y siguiendo cuidadosamente todos los argumentos y desarrollo del caso. Había guardias apostados en toda la sala, incluyendo la galería del público.
El teniente coronel Jackson le dijo a la corte que hacía ocho años, poco después de su captura en Afganistán, hombres en uniformes estadounidenses torturaron a Khadr hasta obtener una confesión. Khadr sostiene que lo colgaron del marco de una puerta, lo amenazaron con violarlo, le orinaron encima y fue usado por un soldado como un estropajo para limpiar el piso. Ayer el teniente coronel Jackson le dijo al juez, coronel Pat Parish, que cualquier confesión que hubiera hecho Khadr no podía tenerse en cuenta.
En una conferencia de prensa antes de comenzar el juicio, Jackson dijo que todo el proceso estaba teñido de injusticia. “Cuando asumió Barack Obama, pensamos que iba a cerrar el libro sobre Guantánamo, pero el presidente Obama decidió escribir el próximo triste y patético capítulo sobre las comisiones militares”, le dijo a un grupo de periodistas reunidos en el hangar del ex aeropuerto de Guantánamo. Esta opinión es apoyada por la decisión del gobierno de Estados Unidos de seguir adelante con un segundo caso de la “Guerra contra el Terror”.
El caso del niño soldado Omar Khadr capturó la atención mundial. Es el detenido más joven en Guantánamo, donde está acusado de actos terroristas para Al Qaida y de la muerte de un soldado estadounidense de las Fuerzas Especiales. Si es sentenciado será el quinto de casi 800 sospechosos prisioneros en el infame centro de detención procesado bajo el sistema de comisión militar de Estados Unidos que comenzó durante la gestión del ex presidente George Bush hace seis años. Khadr, ahora de 23 años, está acusado de tirar la granada que mató al sargento del ejército de Estados Unidos Christopher Speer de Albuquerque, Nuevo México, en Afganistán en 2002. Enfrenta un máximo de condena de por vida si es sentenciado por los cargos de asesinato y conspiración terrorista.
El capitán naval David Iglesias, un ex fiscal federal y también parte del Cuerpo General Legal de la Marina, les dijo a los periodistas que si Khadr es sentenciado por cargos serios “el gobierno pedirá prisión perpetua”. Pero los abogados del canadiense niegan que él tirara la granada y sostienen que Khadr debería ser tratado como una víctima más que como un combatiente, como lo son todos los niños soldados de los numerosos conflictos en Africa bajo la ley internacional hoy. Khadr fue seriamente herido después de su captura, con heridas de bala en su espalda y más heridas por la explosión de una granada.
Fue mientras se estaba recuperando de sus heridas en la base aérea Bagram en Afganistán que él afirma que fue torturado. Jackson le dijo al juez ayer: “Sin lugar a dudas Omar Khadr fue sometido a un trato cruel, inhumano y degradante. Para cuando dejó Bagram estaba quebrado, quebrado por las acciones de gente usando uniforme como usted o yo”.
Jackson luego le pidió al juez que “defendiera el imperio de la ley”. Cualquiera sea el resultado del caso, Khadr siente que fue abandonado por su propio país. El gobierno canadiense se ha negado sistemáticamente a intervenir en su detención, dejándolo que enfrente todo el peso de la ley militar estadounidense.
De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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