Mar 10.08.2010

EL MUNDO  › HUGO CHáVEZ Y JUAN MANUEL SANTOS SE REUNIRáN EN SANTA MARTA JUNTO A NéSTOR KIRCHNER

Una cumbre de amistad donde murió Bolívar

Junto al Caribe, en el mismo sitio donde hace casi 180 años murió Bolívar, este mediodía los presidentes de Colombia y Venezuela se encontrarán para enderezar sus relaciones, luego de la mediación de Kirchner, que ayer vio a Santos.

› Por Martín Granovsky

Desde Bogotá

Dice el parte: “S. E. llegó a esta ciudad de Santa Marta a las siete y media de la noche, procedente de Sabanilla, en el bergantín nacional Manuel, y habiendo venido a tierra en una silla de brazos por no poder caminar, le encontré muy flaco y extenuado, el semblante adolorido y una inquietud de ánimo constante”. En la misma ciudad donde, como cuenta ese relato, llegó en 1830 Simón Bolívar a morirse, se encontrarán hoy el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el de Colombia, Juan Manuel Santos, para discutir cómo recomponen relaciones tras la mediación de Néstor Kirchner, secretario de Unasur.

Kirchner se encontró ayer con Santos en el Palacio Nariño, sede del gobierno, para ultimar los detalles de la cumbre de hoy. Fue una de las actividades iniciales de Santos en el primer día hábil después de su asunción como presidente, el último sábado. La otra fue una reunión con los miembros del Poder Judicial, adversarios del ex presidente Alvaro Uribe. Fueron ellos quienes le cerraron la puerta de la re-reelección y permitieron así que Santos fuera el candidato del oficialismo.

El acta de la cumbre de hoy está por escribirse. El parte que encabeza esta nota lo escribió el médico Alejandro Próspero Reverend en un registro que llevó sobre los últimos días de Bolívar en las afueras de Santa Marta, en la quinta del español Joaquín de Mier.

Santa Marta es, con Cartagena, una de las maravillas del Caribe colombiano. Pero Chávez, que según pudo saber Página/12 fue quien sugirió el lugar del encuentro con Santos, quiso darse un gusto con mucha más historia que paisaje. Bolívar es un libertador compartido por toda América, y sobre todo por Colombia y Venezuela. Sin embargo, es Chávez quien menta con más frecuencia a Bolívar, al punto de que lo hizo símbolo y adjetivo del proceso político que inició en 1999.

Santos no podía ni quería resistirse a Bolívar. Pero el presidente colombiano contabilizó favorablemente, además, un gesto de Chávez. El mismo día de la asunción, el venezolano dijo que invitaba a Santos a Venezuela para recomponer relaciones. “Y si no puede venir, no tengo ningún problema en viajar yo a Colombia en los próximos tres o cuatro días”, dijo.

En la tarde del sábado ya estaba cerrada en sus grandes trazos la negociación que encabezó Kirchner como secretario de la Unión Suramericana de Naciones. Pero faltaba un elemento público, que Santos no dudó en ofrecer. En su discurso dijo que quería reconstruir las relaciones con Venezuela y Ecuador (rotas en el primer caso, a nivel de segundas líneas en el otro) y lanzó una frase: “No tengo enemigos ni a nivel nacional ni a nivel internacional”.

Chávez ya había hecho una movida pacifista al enviar a Colombia a su canciller Nicolás Maduro para que lo representara en el traspaso de mando. Justamente Maduro y María Angeles Holguín, la canciller de Santos, tejieron el domingo en Bogotá con Kirchner los detalles del encuentro de hoy.

Después de ver a Santos por televisión fue que el venezolano ofreció que la reunión pudiera ser en Colombia. Hoy al mediodía, cuando los presidentes se encuentren en Santa Marta, se habrán cumplido tres días desde el sábado.

Kirchner, que se quedó en Colombia luego del regreso de la Presidenta, el sábado por la noche, también viajará a la última ciudad de Bolívar desde Bogotá junto con su comitiva que integran Juan Manuel Abal Medina y Rafael Follonier.

El ex presidente se había entrevistado con Santos en Buenos Aires, cuando el colombiano era presidente electo, y vio a Chávez en Caracas el jueves junto con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

Brasil, que tiene frontera con diez países de Sudamérica, estaba interesado en bajar la escalada de tensión entre Colombia y Venezuela y apoyó los buenos oficios de Kirchner.

Santos cumplirá una visita oficial a Brasilia el 1° de septiembre. Ayer, al anunciarlo, Lula dijo: “Le pido a Dios suerte para Santos en su reunión con Chávez”. Y agregó: “Que Dios lo bendiga para que construya la paz que todo el mundo quiere”.

Como entre Venezuela y Colombia no hay guerra sino crisis diplomática, la alusión a la paz es un mensaje evidente sobre la situación interna de Colombia, que afronta el mosaico más complejo de América latina. Tiene una guerrilla que, degradada y con menos poder que antes, cumplió 60 años de actividad. Carga con la peor situación de derechos humanos de un país sudamericano en los últimos 20 años, con violaciones graves y 289 mil víctimas registradas a menudo por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El narcotráfico, aunque parece estar desplazando su centro a México, conserva buena parte de su estructura de antes, incluyendo los lazos con poderes del Estado y las finanzas. Miles de paramilitares aún tienen bandas en actividad. Y el combate entre el Estado y la guerrilla generó una oleada de millones de desplazados y emigrados a otras regiones de Colombia distintas de las que nacieron, o a Venezuela y Ecuador.

Ni Lula ni Kirchner suelen aludir en público a este proceso complejo, pero sus funcionarios admiten que les preocupa porque afecta a la democracia colombiana y perjudica la estabilidad de la región.

A la vez, ninguno de los dos, y tampoco Cristina Kirchner en su mandato, hicieron gestos de simpatía hacia las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y hacia el minoritario Ejército de Liberación Nacional. El mayor acusado en el continente de dar albergue a las FARC, Chávez, repitió el domingo su tesis de que “las guerrillas no pueden tomar el poder”, y por lo tanto les pidió que negocien la paz “para no dar una excusa al imperio”. La última frase alude a los planes de asistencia militar, los mayores del continente, en desarrollo entre Washington y Bogotá como parte del Plan Colombia de militarización de lucha contra el narcotráfico.

Las FARC ofrecieron la semana pasada negociaciones de paz. El sábado Santos dijo que quiere el diálogo, pero subrayó que no entablará ninguna conversación si no se cumple un puñado de condiciones previas: liberación de rehenes y un freno a la leva de niños y adolescentes para la guerrilla, entre otras.

La complejidad colombiana y la abundancia de factores impiden considerar como válido un tablero típico de guerra civil con dos bandos enfrentados o una situación de desafío único al monopolio de la fuerza por parte del Estado, como pudo haber sucedido en El Salvador o en Nicaragua.

Y cuando los tableros tienen tantas piezas, las negociaciones no dependen sólo de la voluntad explícita de negociación sino de la confianza en las reglas de juego de las tratativas y en el control que ejerce la otra parte sobre sus propias estructuras.

El diario de Reverend “sobre la enfermedad que padece S. E. el Libertador, sus progresos y disminuciones y método curativo seguido por el médico de cabecera” muestra el vértigo del deterioro de Bolívar.

“La enfermedad de S. E. me pareció ser de las más graves y mi primer opinión fue que tenía los pulmones dañados”, escribió el médico el 1° de diciembre de 1830 en lo que llamó “Boletín número uno”.

El Boletín número 19, que relata la noche del 13 al 14 de diciembre, consigna que el paciente “desde las doce hasta las seis durmió sin despertarse, y de consiguiente sin toser”. Pero “mientras dormía el pecho le silbaba”.

El último parte es el número 33. Dice que “desde las ocho hasta la una del día” todos los síntomas en Bolívar “han señalado más y más la proximidad de la muerte: respiración anhelosa, pulso apenas sensible, cara hipocrática, supresión total de los orines, etc.”. Y cierra así: “A las doce empezó el ronquido, y a la una en punto expiró el Excmo. Señor Libertador, después de una agonía larga pero tranquila. San Pedro, Diciembre 17, a la una del día”.

San Pedro es la mansión del español Miers, San Pedro Alejandrino. Queda en Santa Marta, Colombia, donde 180 años después dos presidentes y un mediador tratarán de que una escenografía tan impactante los lleve, como mínimo, a una cosa tan cotidiana como volver al discreto encanto de las relaciones diplomáticas.

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