Lun 30.08.2010

EL MUNDO  › LA POLíTICA DEL CONSERVADURISMO BRITáNICO DE COBRAR POR REUNIONES Y CENAS CON LOS MINISTROS

“Vea a Cameron por dos mil libras”

El premier dijo cuando era candidato que se iba a encargar de limitar las donaciones y reformar el sistema de financiamiento partidario. Le critican que siga con la “vieja política”.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

En su página web, el Partido Conservador ofrece reuniones con el primer ministro a cambio de una contribución a las arcas partidarias de dos mil libras e invita a una cena con hombres de negocios el 5 de octubre, “exclusiva ocasión para hacer contactos” y “disfrutar los mejores vinos” en compañía de diputados y ministros. Para un primer ministro que prometió ser más blanco que el blanco, los titulares del Daily Telegraph, periódico conservador que denunció el tema, son un oprobio: “Vea al primer ministro por dos mil libras” y “Tories venden acceso a ministros a mil libras por cabeza”.

Según la página web, por dos mil libras se puede integrar el Equipo 2000 para escuchar, “de boca misma del líder de los conservadores, la política que sigue adelante el partido”. Si esta cifra resulta excesiva para el bolsillo, el empresario o financista puede optar por la cena del próximo 5 de octubre donde, por 500 libras, tendrá cubierto en una mesa presidida por un diputado conservador. Si puede estirarse un poco más con la billetera, por la módica suma de mil libras se accederá a las “mesas platino” que tienen a un ministro del gobierno y garantizan la proximidad del invitado de honor de la gala, el ministro de Finanzas, George Osborne.

Según un portavoz del Partido Conservador, no hay nada ilegal en el asunto. “En el sistema actual, eventos de este tipo para recaudar fondos partidarios son esenciales para el funcionamiento político. Declaramos las donaciones tal como lo exige la actual Comisión Electoral”, declaró el portavoz al Daily Telegraph.

Más que la legalidad del asunto, el problema es que este tipo de financiamiento partidario tiene el tufillo rancio de la “vieja política” que el primer ministro prometió eliminar cuando estaba en la oposición. En 2006, un año después de ser electo líder partidario, David Cameron declaró que limpiaría la política de todo tipo de prácticas que generaran “la impresión, arraigada en el público, de que instituciones poderosas e individuos millonarios pueden comprar influencia, acceso y títulos honoríficos”. Este fue el mensaje en la campaña electoral en abril. En el programa de la coalición Conservadora-Liberaldemócrata que asumió en mayo se prometía “seguir un acuerdo detallado para limitar donaciones y reformar el sistema de financiamiento partidario” y crear una “nueva forma de hacer política” para recuperar la confianza pública.

Esta confianza está bastante vapuleada por el escándalo de las dietas parlamentarias destapado a principios de 2009 por el Telegraph. El espectáculo de diputados y ministros que aprovechaban ambigüedades del sistema de gastos para comprarse segundos hogares en Londres, cobrar por la reparación de la casa de campo o emplear, a veces de manera ficticia, a miembros de su familia, entre otros tantos chanchullos que generaron un fuerte rechazo hacia la clase política, intensificado por la recesión que sacudía al país. Pero en la memoria colectiva hay otro recuerdo de corrupción política. En 1994, durante el gobierno del primer ministro John Major, una investigación del The Guardian puso en evidencia a dos diputados conservadores que se ofrecían a defender los intereses de empresarios en el parlamento a cambio de una suma. La prensa lo bautizó “Cash for questions” y fue uno de los escándalos que contribuyeron a poner fin al más largo ciclo de gobierno conservador del siglo XX.

El Comité de Etica Pública del Parlamento está investigando el financiamiento de los partidos políticos, escenario perfecto para estos deslices: dinero para la causa a cambio de favores para la empresa. Según su ex presidente, Sir Alistair Graham, la cena de los conservadores es un error porque “da la impresión de que se puede comprar influencia en el gobierno”. El diputado laborista Michael Dugher aprovechó el resbalón conservador para empujarlos con toda su fuerza. “Tanto hablar de nueva política, ésta es la vieja política tory: ‘cash for questions’”, dijo al Daily Telegraph.

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