EL MUNDO
› HOMBRES, AVIONES Y TANQUES MARCHAN HACIA EL GOLFO PERSICO
Apurando el paso hacia Saddam
Washington comenzó a enviar al Golfo 27.000 de los 62.000 soldados anunciados este fin de semana y sigue mandando naves de combate a la región. Comienza a haber despliegue de tanques.
Por Duncan Campbell
y Richard Norton-Taylor *
Desde Los Angeles y Londres
Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia empezaron a apurar el envío de tropas y armamento hacia el Golfo para poder atacar Irak a mediados de febrero. Este fin de semana, el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, autorizó el despliegue de otros 62.000 soldados. Cerca de 150.000 tropas estadounidenses y británicas llegarán a la región el próximo mes. La acumulación de buques de guerra y aviones de combate también se está acelerando. El último despliegue norteamericano, que empezó el sábado, incluye un gran contingente de marines, un escuadrón de aviones caza F-117 Nighthawk Stealth y una división del Ejército aerotransportada. Los bombarderos B-1 también fueron enviados a sus bases en Omán durante la semana pasada. Desde la base de Spangdahlem (Alemania), 2000 soldados norteamericanos del escuadrón 52 de combate iniciaron viaje a la región, donde Estados Unidos enviará, a partir de hoy, helicópteros de combate y tanques MI Abrams a la región. Algunas encuestas indican oposición a la guerra sin la venia de la ONU en Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.
En Estados Unidos, la consultora Knight-Ridder dio a conocer una encuesta en la que el 66 por ciento está en contra de un ataque norteamericano unilateral, pero el 83 por ciento estaría de acuerdo si media una decisión de la ONU en ese sentido. En Gran Bretaña, un sondeo del instituto YouGov dice que el 58 por ciento no cree que Saddam Hussein sea una amenaza con sus armas de destrucción masiva. Y en Francia, otro estudio publicado en el Journal de Dimanche indica que aumentó el porcentaje de franceses que no quiere que su país participe en esta guerra: 76 por ciento.
En Estados Unidos, el cuerpo de marines prohibió a los marines abandonar el servicio, salvo en caso de accidente. Es el primer congelamiento de licencias desde la guerra del Golfo. En Gran Bretaña, el gobierno se toma con calma el anuncio del despliegue de su armamento más pesado, incluyendo los tanques de combate Challenger-2, adaptados para el desierto a un costo de decenas de millones de dólares. Los paracaidistas de la 16ª brigada de asalto de Colchester también esperan órdenes, pero es probable que su despliegue se anuncie sólo cuando esté más clara la fecha de una invasión norteamericana para expulsar al presidente Saddam Hussein. Cuanto más grandes sean las fuerzas desplegadas en el Golfo, más grande será el abanico de opciones para Estados Unidos. El Pentágono todavía tiene que decidir su plan de guerra, dicen fuentes de defensa británicas que están en la poco envidiable posición de tener que esperar órdenes de Washington.
Está claro que Estados Unidos sólo contempla la participación de fuerzas británicas “ligeras”, como paracaidistas y fuerzas especiales que se desplegarían detrás de las líneas enemigas para establecer bases de avanzada. Además, espera que Gran Bretaña envíe 3000 comandos del cuerpo real de marines que, según el único plan que se filtró a los diarios norteamericanos, tomarían parte en el ataque anfibio que Estados Unidos efectuará en el puerto de Basora, en el sur iraquí. El portaaviones “HMS Ark Royal” encabezará una fuerza especial de 16 barcos que deberá unirse con el transportador de helicópteros y comandos “HMS Ocean” antes de enfilar para el Golfo. El “Ark Royal” zarpó el sábado desde Portsmouth y navega rumbo a Escocia para recoger municiones y armas, dijo ayer el Ministerio de Defensa.
Según el diario norteamericano The Washington Post, seis días después de los ataques del 11 de septiembre, el presidente George W. Bush instruyó al Pentágono para que empezara a planear la invasión a Irak. Esta decisión representó una victoria para un grupo chico de conservadores en el gobierno, dice el artículo del diario. Y se convirtió en una política antes de que varios funcionarios moderados del gobierno se dieran cuenta. En Los Angeles, cerca de 15.000 manifestantes escucharon el llamado contra la guerra del actor Martin Sheen, la legisladora demócrata Maxine Waters y el cantante Jackson Browne, entre otros. En Australia, un grupo de 700 doctores exhortó al primer ministro, John Howard, a trabajar con la ONU para encontrar una solución pacífica a la crisis iraquí.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.