EL MUNDO › OPINIóN
› Por Martín Granovsky
Maria da Conceiçao Tavares es una mujer única en Brasil. Fue profesora de Economía de los dos candidatos que competirán el domingo. Los dos, Dilma Rousseff (foto) y José Serra, estuvieron juntos en el cumpleaños número 80 de Tavares el 24 de abril último. Ya estaban en carrera. Dilma, haciéndose conocida de la mano de Lula. Serra, tratando de consolidar la ventaja inicial que después perdería, hasta terminar segundo en la primera vuelta del 3 de octubre por 47 a 32 por ciento de los votos.
“Ese día ninguno discutió de política”, dice Maria da Conceiçao al semanario Carta Capital, de Brasil. “Era una fiesta.”
Nacida en Portugal de padre anarquista, vecina de Río de Janeiro, la profesora habla con la cariñosa maldad que sólo dan los años y la cordialidad brasileña. Dice que a Serra lo conoce muy bien, desde 1968. “Era un sujeto civilizado. No sé ahora qué le pasa por la cabeza.” Igual, lo estima más que a Fernando Henrique Cardoso, quien “dice una cosa para agradar a unos y otra cosa para agradar a otros”. A Tavares le asombran del Serra actual “la arrogancia y la agresión”. Porque “él no era así”. Y encima en política “se hizo muy conservador y está frontalmente contra la política exterior de Brasil, que se basa en la autonomía y privilegia las relaciones Sur-Sur”.
En otro elogio al pasado que Serra no le agradecerá, Maria da Conceiçao se sorprende porque, contra su estilo de siempre, el candidato opositor está haciendo “promesas demagógicas”, como aumentar el salario mínimo mientras anuncia un recorte del gasto público. También narra ella que, deslumbrada con el triunfo de la Unidad Popular en Chile, pidió una licencia mientras cursaba su doctorado en París y se fue a trabajar al Ministerio de Economía de Salvador Allende. Con Serra.
Eso sí, los dos, Dilma y Serra, eran “brillantes”. La diferencia es que hoy Serra insulta. Dilma tiene un tono más agresivo y asertivo, pero no insulta. Y recuerda: “Estuvo presa muchos años, tuvo un comportamiento fantástico en la prisión y es una mujer de mucho coraje, de garra, que no se desmorona”.
En febrero último Lula pidió que Dilma fuese la candidata. Lo aprobaron los delegados al Cuarto Congreso del Partido de los Trabajadores. En ese momento la revista teórica del PT, Teoría y Debate, entrevistó a Tavares. Dijo que Lula había crecido más que el PT y que ese crecimiento había sido muy fuerte en lo que llamó “subproletariado”, una capa pobre de la que proviene originalmente el propio Lula antes de que la familia emigrase de Pernambuco a San Pablo a fines de los ’50 y él se convirtiera en obrero metalúrgico. “Lula parece el padre de los pobres”, dijo la profesora, que rescató a la vez las políticas sociales, la distribución del ingreso y el control de la inflación como estrategias en favor de los más humildes. Y se rió de los que sostienen que la popularidad de Lula creció porque también les cayó bien a los ricos. “Eso es una bestialidad”, dijo. “En Brasil los ricos son una minoría escandalosa.”
En el reportaje concedido a Carta Capital, vuelve sobre los mismos temas y los desarrolla. “Lula es una figura política como no hubo otra en el país y casi tampoco en el mundo”, opina. Lo conoce bien. Aunque no fue a la universidad, Lula también resultó ser alumno de Tavares. Después de la primera de sus tres derrotas presidenciales (1989, ante Fernando Collor de Mello), Lula creó el Instituto de Ciudadanía y se rodeó de sociólogos, filósofos y economistas. Allí estaba Maria da Conceiçao, que muy pronto se transformó en su consejera. “Lula es brillante, brillante. Tiene una memoria prodigiosa y un sentido de la oportunidad muy agudo, además de una mente muy lógica. Es impresionante. Lula tiene un corazón popular y una emoción popular, pero su cabeza es totalmente lógica. Es uno de los hombres más inteligentes que conocí, si no el más inteligente.” Un “intelectual orgánico” porque “representa orgánicamente al pueblo brasileño” y es “un genio del pueblo”. Se ríe la profesora cuando recuerda que el PT fue fundado en 1980 por tres vertientes, la sindical del propio Lula, la intelectual y la de los cristianos de base. “Cuando los otros discutían demasiado, mandaba a los curas a la iglesia y a los intelectuales a la academia.”
La periodista Alexandra Lucas Coelho pregunta en Carta Capital si las elecciones del 31 confirmarán la existencia de dos Brasiles, el de arriba y el del pueblo. A Tavares le parece que sí. ¿Y la clase media? “Anda para acá y para allá de acuerdo con la coyuntura.” ¿Y la clase media que ascendió en estos ocho años de Lula? “La que ascendió es la clase media baja”, precisa Maria da Conceiçao. “La media alta, no. Y ésa es la que tiene mucha bronca contra Lula y no va a votar a Dilma.”
La incógnita futura, para Maria da Conceiçao Tavares, es cómo hará el PT para sintonizar con el subproletariado lulista que todavía no es necesariamente de izquierda. Pero esa historia empieza el lunes. Y antes está el voto del domingo.
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