Nicolás Maduro y el ministro de Energía y Recursos Naturales de Turquía, Taner Yildiz, firmaron ayer en Ankara un acuerdo que “establece la inversión del Estado turco en la Faja Petrolífera del Orinoco y la refinación del crudo venezolano en la nación del Cercano Oriente”. Además, Maduro se reunió en la capital turca con el canciller Ahmet Davutoglu; el viceprimer ministro, Cemil Gigek, y el secretario de Comercio Exterior, Ahmet Yakici, con quienes habló de política exterior, economía y vivienda.

Durante su visita a Ankara, capital de Turquía, Maduro resaltó la necesidad de “elevar la calidad de nuestra relación, desde el punto de vista político y humano”. Por su parte, Davutoglu propuso la creación de una comisión para realizar consultas políticas y así aumentar el intercambio entre dos países que calificó de “amigos”, en el marco de los 70 años de relaciones turco-venezolanas.

“Cuando dos amigos se conocen, todos los sentimientos se comparten”, declaró Davutoglu, quien se mostró receptivo a la propuesta de Venezuela de crear un banco de inversión binacional similar al que el país sudamericano creó con Rusia. Los cancilleres acordaron también coordinar una posible visita del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a Turquía, para reunirse con su homólogo, Abdullah Gül.

Previamente, Maduro firmó junto al ministro de Energía y Recursos Naturales, Taner Yildiz, un acuerdo que “establece la inversión del Estado turco en la Faja Petrolífera del Orinoco y la refinación del crudo venezolano en Turquía”. “Turquía recibiría combustible de Venezuela, y posteriormente ambas naciones harían inversiones conjuntas y cooperarían en la exploración de crudo en terceros países”, agregó la Cancillería venezolana.

Venezuela y Turquía sellaron la creación de una Comisión Mixta de Economía que deberá instalarse en los próximos meses para hacer el seguimiento de los acuerdos que fueron suscritos. El canciller venezolano aprovechó la oportunidad para realizar unaofrenda floral a Kemal Ataturk, fundador de la moderna Turquía tras el colapso del Imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial, catalogado como un “líder revolucionario”, pese a su inclinación laicista y admiración por el mundo occidental.