Dom 14.11.2010

EL MUNDO  › ESCENARIO

Fin de fiesta

› Por Santiago O’Donnell

Obama, la fiesta se terminó. Sorry, apagá el tocadiscos. Pará de bailar. Ya se fueron todos, salieron en estampida. Primero los de allá, después los de afuera. Sí, ya sé, vos sos un tipo alegre. Pero en algún momento hay que pagar la cuenta de la fiesta y empezar la limpieza.

El informe que presentó esta semana el comité para achicar el déficit pasó una factura saladita. Y eso que son tipos razonables, vos mismo los elegiste. No hablan de déficit cero ni nada que se le parezca, apenas de un plan para equilibrar el nivel de gasto en el mediano plazo.

La fiesta se terminó. Los estadounidenses te lo gritaron hace dos semanas en las elecciones legislativas. De los millones que movilizaste hace dos años no queda nada. Los únicos que hacen política hoy son los fundamentalistas de la antipolítica, los llamados Tea Party. Y lo único que dicen los Tea Party es que no gastes más.

El G-20 también te dijo que no gastes más. El nivel de endeudamiento le quita competitividad a la economía estadounidense, el dólar se deprecia, los mercados internacionales se equiparan para abajo, te sermoneó Angela Merkel anteayer en Seúl. Lula te dijo más o menos lo mismo. David Cameron también. No querían decírtelo, no queda bien, pero seguís bailando solo en el Salón Oval y sólo escuchás tu propio canto de sirena.

Vos sabés que las cuentas no cierran, Obama. Se te acumulan tres o cuatro problemas. Tenés un déficit astronómico y llevás dos años dándole duro a la máquina de imprimir billetes pero no podés bajar el desempleo ni hacer arrancar la economía. Bajo el mantra de “la guerra contra el terrorismo” entraste en un estado de guerra permanente, lo cual implica un estado de emergencia económica y psicológica que se prolonga en el tiempo sin solución de continuidad. Y tenés el problema adicional de que la generación de baby boomers llega a la edad de retiro y el sistema jubilatorio no da abasto.

Algo tenés que hacer, Obama. Yo empezaría por cortarla con las guerras, pero vos pensás distinto. Esta semana tu canciller Hillary Clinton, tu secretario de Defensa Robert Gates y tu jefe de Estado Mayor Conjunto Mike Mullen confirmaron la presencia militar en Afganistán hasta al menos el 2014. Es tu forma de estirar la fecha de retirada que habías anunciado para mediados del año que viene.

O sea, se viene una remake de lo que hiciste en Irak: anunciás la retirada, sacás algunas tropas y dejás medio ejército, cincuenta mil soldados, nada menos, para seguir la guerra, o media guerra. Pero media guerra en Irak y media guerra en Afganistán equivalen a una guerra completa: dos frentes, cien mil soldados en combate. Guerra permanente.

Hay otro frente que le preocupa a tu gente, Obama, el frente fiscal. El demócrata Erskine Bowles y el republicano Alan Simpson, copresidentes de la Comisión Nacional de Reforma y Responsabilidad Fiscal, se tomaron su trabajo en serio. La propuesta que presentaron esta semana eliminaría cuatro billones de dólares del déficit de acá al 2020. Pero no arrancaría enseguida: los expertos recomiendan mantener el nivel de gasto un año más para no frenar la incipiente recuperación que ellos ven.

Simpson y Bowles dicen que hay que recortar y mucho el gasto militar, cien mil millones de acá al 2015. Pero también dicen que hay que subir impuestos y eliminar subsidios muy apreciados por la clase media. Proponen una reforma tributaria que derogue deducciones por tener créditos hipotecarios y por tener hijos, entre otras. Proponen aumentar el impuesto al combustible y/o implementar un IVA que deje afuera a los productos de primera necesidad. La idea es gravar el consumo para incentivar el ahorro. También proponen recortes importantes en los programas federales de seguro de desempleo (social security) y salud pública (Medicare y Medicaid). Algunos de los avances obtenidos en la dura batalla por la reforma sanitaria aprobada hace pocos meses no sobrevivirían los recortes propuestos por los comisionados. El plan también les pone un tope a los juicios por mala praxis y recorta subsidios agrícolas. La meta es llevar el déficit al 22 por ciento del PBI en el 2020.

Los expertos le dedican un capítulo aparte al problema jubilatorio.

Después de la Segunda Guerra Mundial se produjo una explosión demográfica en Estados Unidos. La tasa de natalidad, que venía cayendo, pegó un salto de 17 por mil a 28 por mil entre 1945 y 1946. La tendencia se mantuvo durante casi dos décadas. A la generación nacida entre 1946 y 1964 se la llamó los “baby boomers”. En los próximos tres años empiezan a retirarse y la caja previsional, que ya está en rojo, corre riesgo de caer en bancarrota. Los expertos nombrados por Obama propusieron una reforma previsional que aumente la edad jubilatoria de 67 a 69 años progresivamente de acá al 2075. La reforma reduciría los beneficios de la mayoría de los nuevos jubilados, aunque aumentaría el ingreso de los que menos reciben.

Pero claro, ya te conocemos, Obama, y a vos te gusta bailar. Nada indica que estés por tomar decisiones drásticas como las que recomiendan los comisionados. Al contrario. Como decía Perón, si querés que no pase nada creá una comisión. El informe de los copresidentes ahora pasa al plenario de la comisión antigasto y algunos de sus catorce miembros ya han dicho que no piensan firmarlo. Aun si sorteara este primer escollo, el plan tendría que ser aprobado por el Congreso. Nancy Pelosi, demócrata y jefa del Senado, ya dijo que el plan es inadmisible por los recortes del gasto social que propone. A su vez los republicanos ya hicieron saber que no piensan votar ninguna suba de impuestos.

Mientras Simpson y Bowles y su informe copan los diarios y la tevé, el Capitolio debate un megasubsidio para los millonarios. En los próximos días vencen las exenciones impositivas para los ricos que el Congreso había votado en el 2001 y el 2003 a instancias del entonces presidente Bush hijo. ¿Te acordás, Obama? Durante toda la campaña presidencial del 2008 te la pasaste despotricando contra esa fenomenal transferencia de recursos hacia los sectores más pudientes y prometiendo una repartija más justa. Ahora dicen que estás pensando seriamente en apoyar la propuesta republicana de prorrogar las exenciones hasta el final de tu mandato. Sabés muy bien que ahorrarles impuestos a los ricos cuesta muy caro. Exactamente cuatro billones de dólares de acá al 2030, si se mantuviera la prórroga. Cuatro billones. Lo mismo que ahorrarías si se aprobara el plan de la comisión antigasto. No quiero imaginarme lo que vas a hacer.

Pobre Keynes. Si supiera lo que hiciste con su teoría. Querés salir de la crisis gastando, eso está bien, pero gastar en guerras y beneficios para los ricos no da. Algo tenés que cambiar. Después de las crisis de los ’90 hasta los gobiernos más progres emprolijaron sus cuentas.

Sí, ya sé, vos no sos un tipo austero. No estás para controlar la cuenta del almacenero. Vos estás para la épica, las grandes ideas, el bronce, la historia. En otro tiempo hubieras brillado, pero ahora la gente quiere otra cosa. Quiere a alguien que se haga cargo, alguien que limpie, alguien que saque la basura.

La fiesta terminó, Obama. No podés seguir bailando solo. Te van a desenchufar el tocadiscos.

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