EL MUNDO › MYANMAR
El símbolo de la lucha por la democracia en Birmania, la opositora Aung San Suu Kyi (foto), liberada por la junta militar después de más de siete años bajo arresto domiciliario, pidió a sus miles de seguidores trabajar juntos por el futuro del país. En la tarde de ayer responsables de la junta entraron a su casa, en la calle de la Universidad, para leer la orden de liberación en el mismo día en que expiraba su última condena a 18 meses de arresto domiciliario. En un fragor de aplausos y gritos, miles de personas se precipitaron hacia la desvencijada casa familiar situada a orillas de un lago, en pleno centro de la capital, con la esperanza de ver a la que llaman la Dama de Rangún. Finalmente, la Nobel de la Paz apareció delante de la verja de su casa, muy sonriente. Tomó una flor que le lanzaron y se la puso en el cabello. “Debemos trabajar juntos, unidos”, dijo Aung San Suu Kyi, de 65 años. “Tengo muchas cosas para contarles, ya que no nos vemos desde hace mucho tiempo”, aseguró. La hija del general Aung San, héroe de la independencia birmana, pasó más de 15 de los últimos 21 años privada de libertad, ya que la junta militar encontró siempre una disculpa para encerrarla después de cada una de sus liberaciones. Lleva sin libertad de movimiento desde mayo de 2003. Desde la comunidad internacional, los principales mandatarios se felicitaron por la puesta en libertad de la opositora birmana. En Yokohama, Barack Obama se congratuló por la liberación de “mi heroína”. El secretario general de la ONU Ban Ki-moon, pidió a la junta que libere a todos su prisioneros políticos.
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