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El estado de la Guerra
El martes de la semana pasada, el presidente estadounidense George W. Bush pronunció su esperado mensaje anual sobre el Estado de la Unión. Y como se esperaba, fue –en sus pasajes más críticos– un mensaje sobre el estado de la guerra que la concentración de fuerzas militares estadounidenses en torno de Irak está volviendo cada vez más irreversible. Aunque no hubo una declaración de guerra explícita, todo en el mensaje apuntó a ella. En los días subsiguientes, se patentizó la división de Europa ya insinuada en semanas anteriores: una semana después de que el jefe del Pentágono Donald Rumsfeld menospreciara la oposición de Alemania y Francia al conflicto como una expresión de “la Vieja Europa”, ocho países de la Unión Europea, encabezados por España y Gran Bretaña, publicaron un manifiesto de solidaridad con la postura norteamericana.
LAS DOS EUROPAS
The Times (Londres)
Luego de un tiempo a la deriva, una política más coherente está emergiendo en ambos lados del Atlántico. En su discurso sobre el Estado de la Unión, George W. Bush delineó la escala del material iraquí biológico y químico que no aparece. A esto le agregó información adicional de inteligencia y anunció que Colin Powell, el secretario de Estado, hará una presentación ante la ONU el próximo miércoles. El gobierno de Bush indicó con éxito su entusiasmo por el apoyo del Consejo de Seguridad (a pesar de que, según la resolución 1441, esto no es necesario). También dejó en claro que si ese organismo no puede actuar, organizará una coalición internacional para lidiar con Irak y no confiará en sus propios y vastos recursos militares exclusivamente.
ABC (Madrid)
El discurso sobre el Estado de la Unión que Bush pronunció ante el Congreso ha abierto la “fase final” de la crisis iraquí, el último estadio de preparativos diplomáticos y militares que desembocará en una confrontación. Una guerra inevitable salvo que Saddam caiga en un inesperado arrebato cooperador con los inspectores y que en apenas cuatro semanas dé las explicaciones que se le exigen desde hace doce años con una quincena de resoluciones. Bush se reunió con Berlusconi, Aznar y Blair. La alianza que Washington ha logrado reunir está empezando a armar el cesto y de que se dispone a lanzar un mensaje nítido y resuelto. La comparecencia de Aznar en el Congreso el día 5 apunta a estas intenciones. (Editorial.)
Liberation (París)
El discurso sobre el Estado de la Unión es siempre una prueba para el presidente estadounidense en ejercicio: preparado junto a su equipo de asesores, este mensaje está dirigido a devolver la confianza en su gobierno. El martes pasado, la apuesta fue más pesada. Después de su discurso sobre “el eje del Mal”, Bush debió concentrar sus golpes contra Bagdad. La redacción del discurso del martes fue muy delicada: fue efectiva para dirigirse a la opinión pública norteamericana, pero también a los aliados (en especial los testarudos), los iraquíes y el resto del planeta. En un año, las dificultades se le acumularon a Bush. Su tasa de popularidad pasó de un 80 a un 60 por ciento. El eslogan simplista sobre “el eje del Mal” se transformó en un gigantesco juego diplomático-militar al que los ciudadanos norteamericanos no encuentran sentido. (Pascal Riche)
LAS DOS AMÉRICAS
The Washington Times
En la mitad de su mandato, Bush parece firme en lo que quiere de su administración. El martes, dio un discurso del Estado de la Unión lleno de convicción. Lo que es seguro es que la convicción guiará a Estados Unidos hacia Irak. Ya sea por la fuerza o una diplomacia de último minuto, Bush no dejó dudas de que los días de Saddam Hussein están contados. Para la mayor parte del país e incluso el mundo, el recitado del caso contra Hussein fue revelador. Pero lo que más nos impresionó del discurso no fue el énfasis en Irak y la guerra contra el terror, sino sobre los nuevos programas destinados a erradicar “la causa de la desesperanza”. (Editorial.)
The New York Times
El martes pasado, Bush buscó revivir una sensación de determinación nacional con el discurso del Estado de la Unión que preparó al país para la confrontación decisiva con Irak y exigió otra gran reducción impositiva para los norteamericanos más ricos que poco hará por estimular la economía. Nadie que estuviera observando el sombrío discurso de Bush podría dudar de su determinación. Pero la combinación creó un mensaje demasiado mezclado. Fue difícil conciliar al presidente que prometió “no pasar nuestros problemas a otros presidentes y otras generaciones” con el que creó políticas fiscales que en el futuro provocarán gigantes déficit fiscales para los contribuyentes. (Editorial.)
The New Republic
A pesar del apretón de manos del New York Times, una caída en el apoyo de la población a la guerra en Irak no es razón para abstenerse de usar la fuerza. Pocas guerras en las que participó Estados Unidos gozaron del apoyo del público. Es tarea del presidente guiar al país en un conflicto demostrando su propio compromiso con la guerra, explicando a la población por qué ésta es necesaria y explicando a la comunidad internacional que la guerra promueve los principios adecuados en política internacional. En estas tres cosas, el discurso de Bush fue un fracaso. Se autosaboteó al no mencionar a Irak sino mucho después de la mitad del discurso. Si, como esta revista cree, las armas de destrucción masiva de Irak son una amenaza inminente, y un golpe contra Hussein podría provocar un cambio en la política con Medio Oriente, ¿por qué el presidente no hizo que Irak fuera el tema principal de su agenda? (Joshua Kurlantzick)
EL MOSAICO ÁRABE
Khaleej Times (Dubai)
El discurso sobre el Estado de la Unión que dio Bush el martes pasado y el informe que los inspectores presentaron ante el Consejo de Seguridad aceleraron el debate internacional alrededor de Irak. De todas formas, la discusión se profundizó fuera del Consejo de Seguridad. Tony Blair hizo eco de las declaraciones de Bush sobre los vínculos entre Al Qaida e Irak como justificación para una intervención armada. Pero, al igual que Bush, Blair ha sido incapaz de revelar hechos que prueben sus acusaciones. La declaración conjunta de Gran Bretaña, Italia, Portugal, Hungría, Polonia, Dinamarca y la República Checa para llamar a Europa a apoyar a Estados Unidos puede haber intentado dar una imagen más clara de la “coalición de los voluntarios”, de la que los más encumbrados funcionarios del gobierno de Bush hablaron estos días. Pero lo que emerge, es poco más que un calculado desaire a Alemania y Francia. (Editorial)
Gulf News
Un sombrío presidente norteamericano presentó su segundo discurso del Estado de la Unión a sus compatriotas. En el aplaudido mensaje, el presidente George W. Bush delineó sus propuestas domésticas para la deprimida economía de su país. Su plan es estimularla con reducciones impositivas en un momento en que los déficit despiertan temores en Wall Street. Pero todos esperaban los comentarios sobre Irak. Bush no los desilusionó. Cuidadosamente, se tomó un tiempo para describir las zonas de default, como si estuviera justificando un ataque contra Irak, en vez de simplemente hacer una declaración de guerra. Esto complació a los pacifistas de su gobierno y a gran parte de los norteamericanos. (Editorial.)
Gulf Times (Qatar)
El discurso sobre el Estado de la Unión que el presidente dio el martes tuvo su clímax con los esperados comentarios contra Irak. Sin embargo, éstos no fueron claros sobre qué va a pasar y cuándo. Las líneas sobre Irak fueron aplaudidos calurosamente por los legisladores de ambos partidos, un amplio contraste con la reacción a sus comentarios sobre temas domésticos, que tuvieron una fría recepción entre los demócratas. Estuvo claro que, sin importar las dudas de algunos políticos estadounidenses sobre la política económica y social de Bush, su posición alrededor de Irak todavía goza de un gran apoyo. (Editorial.)