EL MUNDO
› DEL LABORISMO Y SHINUI
No y Sí para Sharon
El líder del Partido Laborista israelí dijo ayer a Ariel Sharon que no se uniría a un gobierno de coalición a menos que el primer ministro acceda a retirar asentamientos judíos de la Franja de Gaza e iniciar negociaciones con los palestinos. Sharon tuvo mejores noticias del partido secularista Shinui, cuyo líder, Josef “Tommy” Lapid, dijo que estaba preparado para levantar sus objeciones a integrar un gobierno con partidos ultraortodoxos.
Sharon, cuyo partido Likud ganó 38 bancas en la Knesset (de 120) en las elecciones generales del mes pasado, tiene suficiente apoyo en la derecha para formar una coalición con ultraortodoxos, pero se trataría de un gobierno altamente volátil e inestable. El primer ministro tiene seis semanas para formar gobierno y ayer apeló al laborismo para que lo apoye sobre la base de la unidad nacional, una noción popular para la mayoría de los votantes. Sin embargo, Amram Mitzna, el líder laborista, salió de la reunión en la oficina del primer ministro para anunciar que había rechazado unirse al gobierno por razones de “responsabilidad nacional”. La oposición dice que entrar nuevamente a un gobierno con Sharon la convertiría en un taparrabos de la política del gobierno que desalentaría las críticas en el frente interno y le daría cobertura en el exterior.
El domingo, altos funcionarios laboristas acordaron que el partido no se uniría al gobierno hasta que Sharon se comprometiera a implementar políticas tales como el cierre de colonias en la Franja de Gaza, la reasignación de cientos de millones de dólares del presupuesto de colonización a programas sociales en Israel, y completar rápidamente el “muro de seguridad” que está siendo construido en la frontera con Cisjordania. El laborismo también quiere negociaciones inmediatas y directas con el liderazgo palestino. Pero Mitzna dijo que el laborismo dotaría al gobierno de una “red de seguridad” si estuviera amenazada la seguridad nacional, aludiendo a su apoyo en caso de guerra contra Irak.
Shinui, entretanto, se muestra más flexible. Cuenta con 15 bancas en la Knesset después de su gran éxito electoral. Lapid, que ganó parte de su apoyo batallando contra la desproporcionada influencia de los partidos ultraortodoxos, cambió su discurso de campaña y dijo que estaría dispuesto a entrar en un gobierno con el Judaísmo Unido de la Torá si la alternativa era la inestabilidad.