EL MUNDO › LOS LEALES A KHADAFI Y LOS REVOLUCIONARIOS NO ENCUENTRAN CóMO DEFINIR LA GUERRA EN EL ESTE DE LIBIA
Los bombardeos aliados alcanzan para detener las ofensivas del ejército, pero no para que los rebeldes lancen una. Un ejemplo de la situación es Ajdabiya, con la ciudad rodeada y a medio ocupar.
› Por Kim Sengupta y Donald Macintyre *
Desde Zuwaytina y Trípoli, Libia
Las fuerzas libias y las rebeldes parecían estar encerradas ayer en un callejón sin salida en el frente este, mientras los residentes de Trípoli se quejaban de que las sanciones estaban empezando a sentirse. Así se cumplió una semana desde que el Consejo de Seguridad de la ONU autorizara la acción militar para detener el ataque del coronel Muammar Khadafi contra su propio pueblo.
Durante la noche, los ataques aéreos de los jets occidentales –con la RAF involucrada por primera vez en el este– destruyeron algunos de los tanques y artillería de Khadafi en las afueras de la estratégica ciudad de Ajdabiya. Pero eso no detuvo a las fuerzas de Khadafi, que repelieron una tentativa de avance de los combatientes revolucionarios. Estos se retiraron aún más, pese a que sus comandantes afirmaban que Ajdabiya sería arrebatada al régimen en cuestión de horas.
El ataque rebelde hacia el oeste fue detenido en Ajdabiya hace ya unas dos semanas, con lo que retomar la ciudad sería un enorme incentivo moral para las fuerzas de la oposición. Pero el fracaso de los rebeldes en aprovechar la ventaja de la ofensiva aérea occidental provoca temores de que haya un prolongado punto muerto. Los líderes rebeldes, con base más al este, en Benghazi, afirmaron que los soldados leales a Khadafi en Ajdabiya estaban negociando, pero había una confusión sobre los términos que les habían ofrecido.
“Les deben haber dicho que debían rendirse, ninguna otra cosa es aceptable”, dijo Mustafa Fheriani, un vocero de la administración transitoria. “Esperamos que Ajdabiya sea liberada hoy o mañana”, añadió pero no pudo decir por qué las fuerzas rebeldes estaban todavía en las afueras de la ciudad seis días después de que los ataques aéreos destruyeran la mayor parte de los tanques y artillería del régimen.
Las familias que salían de Ajdabiya describían cómo las tropas de Khadafi estaban intentando ir de los bordes perimetrales de la ciudad al centro urbano, posicionándose entre la población que quedaba para que fuera más problemático para los jets occidentales atacarlos.
Mientras, en la capital, se formaron colas en las estaciones de servicio, aparentemente como resultado de los daños a dos de las principales refinerías del país –Zawiya en el oeste y Ras Lanuf en el este– aunque los residentes y un funcionario de energía del gobierno dijeron que las importaciones de petróleo fueron afectadas por las sanciones y un bloqueo naval. Ayer, en la vieja ciudad de Trípoli, un comerciante dijo que el precio de algunos vegetales se había duplicado por la huida de los trabajadores egipcios empleados en las grandes granjas, y que también había escasez de gas para cocinar.
El régimen, mientras, llevó a periodistas extranjeros al hogar de una familia rural en el este de Trípoli, que se decía que había sido impactada por un misil de la coalición. Fue un esfuerzo por amainar las críticas internacionales por sus afirmaciones sobre la muerte de civiles. La casa, a un kilómetro de una base militar en Tajura, claramente estaba dañada, con las ventanas destrozadas. La familia dijo que uno de sus miembros, Reem Rajab, de 18 años, había sido herida en la espalda por esquirlas en el ataque, alrededor de las 8 de la noche del jueves. Pero la visita no aclaró la afirmación más reciente del régimen de que “cerca de 100” civiles habían muerto desde que comenzó el bombardeo de la coalición.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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