Las misiones militares de Naciones Unidas (Onuci) y Francia incrementaron su intervención en la crisis de Costa de Marfil. Helicópteros de la Onuci y Licorne –como se llaman las tropas galas en territorio marfileño– bombardearon la residencia presidencial, en donde el presidente saliente, Laurent Gbagbo, permanece refugiado desde los últimos días. Según las fuentes de las fuerzas aliadas al rival presidencial de Gbagbo, Alassane Ouattara, el mandatario “se rehúsa a renunciar a pesar de haber perdido las elecciones hace cuatro meses”. Es la segunda vez que el organismo internacional y los efectivos militares franceses atacan las dependencias gubernamentales del país, luego de haber actuado de manera similar hace una semana.

Mientras el sol caía en Abdiyán, la capital comercial de Costa de Marfil, comenzaron a escucharse disparos de armas pesadas por toda la ciudad. Durante el fin de semana, las fuerzas leales a Gbagbo habían emprendido una contraofensiva contra aquellas de su oponente, con disparos al hotel de Abdiyán donde el ex economista comenzó a diseñar su gabinete gubernamental. Gbagbo, un ex profesor de Historia de 65 años, se replegó en un bunker que construyó en el sótano de la residencia presidencial. Sin embargo, los aliados internacionales de Ouattara esperaban que se rindiera o que sus tropas lo abandonaran. Pero ninguno de los dos augurios se cumplió.

La previsión de una prolongada batalla por lograr el control de la capital administrativa del país se hizo cada vez más fuerte. Las tropas de que las Naciones Unidas y Francia enviaron a Costa de Marfil al inicio del conflicto aumentaron su apoyo y sus esfuerzos militares para destituir a Gbagbo. Según describieron testigos, dos helicópteros del organismo internacional y uno francés despegaron durante la tarde de ayer desde la base militar que Francia administra cerca del aeropuerto capitalino. Un grupo de residentes de Cocody, la localidad de Abdiyán en la que la residencia presidencial está emplazada, reportaron más tarde que tres helicópteros dispararon cohetes al complejo habitacional de esa ciudad.

Si bien el organismo internacional continúa apoyando a Ouattara, no quitó la intimación que le realizó al aspirante a la presidencia marfileña y su ejército la semana pasada, para que investigue la masacre de Duekoue. Es que la ONU tiene sospechas fundadas de que las tropas del rival de Gbagbo tuvieron implicancia en las atrocidades cometidas en esa ciudad del oeste de Costa de Marfil en el marco de su ofensiva militar.

A medida que las misiones aéreas retornaron a su base al anochecer, dejaban, a su paso, la estela de las largas descargas de sus armamentos alrededor de la ciudad de la laguna. Momentos después, el vocero de Gbagbo, Ahoua Don Mello, confirmó que la residencia presidencial resultó “parcialmente destruida” tras los ataques. No obstante, se rehusó a confirmar si los bombardeos habían herido al líder.

“Los helicópteros de la ONU y Francia continuaron disparando al edificio donde se hospeda el presidente Gbagbo, que resultó parcialmente dañada”, explicó Mello mediante un diálogo telefónico con la prensa. “Hay un hilo de humo que emana de la residencia, pero no contamos con más detalles que amplíen los datos de las consecuencias del bombardeo”, agregó.

Durante los primeros años de su presidencia, los socialistas franceses abrazaron a Gbagbo como su favorito, mientras que el ex presidente galo François Mitterrand lo calificó como “uno de los nuestros”. Luego de diez años en el poder, se convirtió en un enemigo de ese país. Tras semanas de retórica antifrancesa, las fuerzas fieles al discutido presidente dispararon, el viernes, morteros y cohetes contra la residencia del embajador galo. El nuevo enfrentamiento frustró las esperanzas que mantenía la gente de Ouattara respecto del desenlace de la batalla, quienes especulaban con acorralar a Gbagbo en su residencia con un cordón militar, mientras la población recuperaba de a poco la rutina.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.