EL MUNDO › EN EGIPTO SE ENFRENTARON CRISTIANOS COPTOS Y MUSULMANES
Al menos 12 personas murieron y 186 resultaron heridas el fin de semana. La junta militar en el poder dijo que los detenidos serían juzgados en tribunales militares y que podrían ser condenados a muerte.
› Por Carolina Bracco
Desde El Cairo
El sábado se registraron nuevos enfrentamientos entre coptos y musulmanes en el barrio cairota de Imbaba, caracterizado por su conformación obrera y su alta condensación de habitantes coptos ortodoxos, que representan el 10 por ciento de la población total. El conflicto comenzó cuando unos 5000 salafistas –un grupo religioso radical que en los últimos meses ganó muchos adeptos en los sectores populares– se congregaron frente a la iglesia de San Mina, en Imbaba, donde dicen que se encuentra encerrada Camelia Shehata, la esposa del cura copto Tadros Samaan tras su presunta conversión al Islam. Pronto fueron cercados por un grupo de coptos que presuntamente comenzaron a disparar al aire para dispersarlos generando una verdadera batalla campal en la que se incendiaron dos iglesias y varias casas de coptos, dejando un saldo de al menos 12 muertos y 186 heridos, según la agencia egipcia MENA.
Efectivos policiales y militares dispersaron a los manifestantes y detuvieron a 190 de ellos según informó la junta militar –en el gobierno desde que el presidente Hosni Mubarak dimitiera el pasado 11 de febrero– en su comunicado número 48 publicado en su perfil de Facebook. En el mismo comunicado, la junta informaba que los detenidos serían juzgados por tribunales militares y que podrían ser condenados a muerte.
Los enfrentamientos entre coptos y musulmanes, que han vivido en relativa armonía en Egipto desde hace siglos, han tenido notables altibajos desde principios de este año. Los primeros días de enero el incendio de dos iglesias en Alejandría, que más tarde se sabría provocado por el gobierno para generar divisiones en la población, comenzó a caldear los ánimos sectarios.
Luego de la revolución y caída de Mubarak, nuevos disturbios fueron generados por los “matones” del Partido Nacional Democrático –de Mubarak– para generar caos y la sensación de que en ausencia del ex presidente explotarían los sectarismos en Egipto, mito que Mubarak se había esforzado por construir para ganar el favor de la minoría copta. Sin embargo, varias manifestaciones de ambos credos unidos dispersaron los temores de nuevos enfrentamientos. Incluso durante la revolución se vivieron emotivos momentos entre ambos grupos, que se protegían mutuamente a la hora de rezar o unían cruces y Coranes como símbolo de unidad.
Desde el sábado, las divisiones religiosas comenzaron a amenazar la seguridad del país. Ayer continuaron los enfrentamientos que sumieron a la capital en la confusión y el caos. Mientras algunos coptos se dirigían a la embajada estadounidense para reclamar a ese país su intervención, muchos otros se congregaban frente al edificio de telecomunicaciones Maspiro, lugar que se ha convertido desde la revolución en emblemático de las protestas de la minoría copta. Mientras tanto, el gobernador de Giza, jurisdicción donde se encuentra el barrio de Imbaba, Ali Abdel Rahman, se apresuraba a anunciar que “no hay ninguna mujer encerrada en la iglesia de San Mina en Imbaba”. También anunció que la municipalidad de Giza ha comenzado a pagar compensaciones a las víctimas de los enfrentamientos del sábado. Las familias de los caídos recibirán 5000 libras egipcias (unos 3500 pesos) y la de los heridos 2000 (unos 1300 pesos).
El ministro del Interior, Mansour Al-Essawy, visitó las iglesias de San Mina y Virgen María en Imbaba, centro de las confrontaciones, donde fue increpado por decenas de manifestantes que cantaban consignas criticando el accionar del gobierno demandando que Al-Essawy tome las medidas necesarias para garantizar la seguridad de la zona y eliminar a los “matones” que aún intimidan a sus habitantes. El ministro manifestó su comprensión ante el descontento y la furia de la gente luego de los enfrentamientos y se comprometió a reinstaurar la estabilidad y la seguridad, al tiempo que llamaba al pueblo a cooperar con la policía en su labor de mantener la seguridad nacional.
Mohamed Al-Baradei, Premio Nobel de la Paz y candidato presidencial, twitteó ayer que “se requieren medidas urgentes para combatir el extremismo religioso y la intolerancia para que Egipto no caiga en el oscurantismo”.
Esta voz se hizo extensiva a diversas agrupaciones que llaman a la tolerancia entre ambos credos y algunos están comenzando a decir que el gobierno militar no da lugar a los islamistas, pero sin embargo los “deja hacer”, y con ello está desprotegiendo a la minoría copta. Dicha minoría optó entonces por crear milicias para proteger sus templos y barrios como en los días de la revolución.
Los coptos señalan al gobierno militar como principal responsable de la presencia de los salafistas entre los manifestantes y por darle a este grupo extremista la oportunidad de amenazar la unidad del pueblo egipcio. Al mismo tiempo, los salafistas reclaman al gobierno que tome cartas en el asunto y ordene a la iglesia copta la liberación de Camelia Shehata.
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